Otra vez los ciudadanos rehenes de una huelga
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Por muy legítimas que sean sus reivindicaciones, la convocatoria de huelga de los sindicatos UGT, CCOO y USO contra la privatización de AENA en plena Semana Santa y en los días claves del puente de mayo y de las vacaciones de verano sólo se justifica si lo que se pretende es provocar el mayor daño posible. Cuando para reivindicar o defender los derechos propios se pisotean los derechos de los demás se pierde cualquier legitimidad en la protesta. La mejor manera que tienen los once mil trabajadores de los 47 aeropuertos de la red de Aena para expresar su preocupación por la hipotética pérdida de derechos una vez que se produzca la privatización del 49% del gestor aeroportuario no es poniendo patas arriba a un país. De nuevo los ciudadanos son rehenes de las reivindicaciones laborales de unos colectivos que se aprovechan de su situación estratégica para provocar el mayor perjuicio posible al mayor número de personas. Es muy fácil, pero muy insolidario, limitar los derechos de los demás en defensa de los propios. ¿Es necesario hacer la huelga en las fechas en que más tráfico tienen los aeropuertos y más usuarios se desplazan por este medio de transporte? Y no son sólo las molestias provocadas a los que no podrán disfrutar de sus vacaciones, sino el daño irreparable a la imagen de España. Otro golpe al sector turístico, del que tanto depende la economía española es lo que le faltaba a este país. Destinos turísticos emergentes se están frotando las manos preparados para recibir a los clientes que dejarán de viajar a España ante la amenaza de quedarse colgados otra vez en un aeropuerto. No aprendemos de los errores. Es un momento para apelar al sentido común y a la responsabilidad de los sindicatos, que deberían reflexionar y valorar el daño que pueden provocar a los trabajadores a los que dicen defender. Con su actitud están allanando el camino y los argumentos en favor de la privatización. No está en discusión el ejercicio de su derecho constitucional a la huelga, pero sí el momento elegido para ejecutarlo, a sabiendas de los graves trastornos que provocarán a la ciudadanía en las fechas elegidas. Afirman los convocantes que hay tiempo suficiente para evitar la huelga, y las partes ya están convocadas a una reunión para tratar de evitar la huelga. Confiemos en que así sea, aunque hay un cierto tufo a maniobra de distracción. Veremos al ministro de Fomento sacando de la chistera sus dotes de negociador para convencer a los sindicatos de que vuelvan al redil. No le veo militarizándoles como hizo con los controladores.
Publicado el 11 de marzo de 2011 a las 13:00.