Un pulso que reabre viejas heridas
Archivado en: Editorial, elecciones autonómicas y municipales
El último barómetro del CIS otorga al partido Popular un respaldo del 44,1 por ciento de los ciudadanos, frente al 34 por ciento del PSOE, una ventaja por encima de los 10 puntos. A poco más de tres meses de las elecciones autonómicas y municipales, el panorama no puede presentarse peor para el socialismo, que no consigue invertir la tendencia de caída en las encuestas. En Madrid, el batacazo puede ser monumental, y tanto las decisiones internas como las que llegan de fuera compiten por regalar más votos al adversario. Difícil papeleta es, por ejemplo, tener que explicar que el presidente del gobierno ha discriminado a los madrileños negando al ayuntamiento la posibilidad de refinanciar la deuda vencida, mientras permite a las comunidades hacerlo. A ver qué socialista es capaz de subirse a una tribuna para convencer de que no se ha dado un trato desigual a unos españoles y a otros y de que el presidente del gobierno ha actuado movido estrictamente por el interés general y no anteponiendo sus propios intereses políticos. Flaco favor para los candidatos socialistas. Difícil de digerir, igualmente, son las maneras revanchistas del secretario general del PSM, Tomás Gómez, a la hora de imponer al candidato socialista al ayuntamiento, Jaime Lissavetzky, la lista de nombres que le acompañarán en la debacle frente a Gallardón. El secretario de Estado para el Deporte ha sido víctima del rodillo tomasista, que le ha privado de colocar a los suyos fulminando a todos los que apoyaron a Trinidad Jiménez. Gómez hizo muchas promesas para conseguir el favor de las agrupaciones en las primarias y ahora ha tenido que confeccionar una lista cumpliendo los compromisos adquiridos, a costa de hacer saltar por los aires la olla a presión en la que se ha convertido el PSM. Como era de esperar, Lissavetzky no se ha tragado el sapo y ha reclamado apoyo a Ferraz, que si no hay acuerdo, será quien tenga la última palabra. ¿A qué está jugando Tomás Gómez? Probablemente está pensando más allá del 22 de mayo. Sabe que en Ferraz le esperan cuchillo en mano y necesita tener el control absoluto del PSM para gestionar la derrota desde la fuerza y poder participar en el debate del poszapaterismo. El secretario general del PSM, que dejó el ayuntamiento de Parla para tomar las riendas, pacificar y cerrar de una vez las viejas heridas familiares, ha conseguido la cuadratura del círculo, que el problema principal del socialismo madrileño deje de llamarse Esperanza Aguirre y Alberto Ruiz Gallardón, para llamarse Tomás Gómez.
Publicado el 11 de febrero de 2011 a las 10:00.