Fractura socialista en Madrid
Archivado en: Editorial, elecciones primarias, Tomás Gómez, Trinidad Jiménez
Las elecciones primarias que se han celebrado este fin de semana en Madrid han trascendido de su ámbito autonómico y se han convertido en un termómetro para pulsar el estado de opinión del PSOE y el sentir de la militancia hacia su líder en un momento especialmente convulso y con todos los vientos en contra. Por más que lo quieran vender como un sano ejercicio democrático, el proceso de primarias que culminó con la derrota de la ministra de sanidad, Trinidad Jiménez, en sus aspiraciones de ser la candidata socialista que dispute la presidencia de la Comunidad de Madrid a Esperanza Aguirre, ha supuesto un fuerte varapalo al liderazgo del presidente del Gobierno y ha abierto un periodo de incertidumbre que para muchos se interpreta como el inicio del ocaso de Rodríguez Zapatero y el principio del post-zapaterismo. Es la primera vez que el presidente es cuestionado por su partido, cuya militancia en Madrid aprovechó la injerencia del aparato en el proceso y su apoyo explícito a la candidata designada por Zapatero para expresarse en un plebiscito contra el líder hasta ahora incuestionado. El apoyo de Zapatero la ministra fue tan explícito, -el propio Zapatero ha reconocido que se equivocó - que las bases votaron a Tomás Gómez como una manera de censurar al presidente. A siete meses de las elecciones autonómicas, la derrota de Trinidad Jiménez, y con su derrota, también la de Zapatero, deja el peor de los escenarios, con un partido dividido y con todas las encuestas en contra. Si se cumplen todos los vaticinios que justificaban la apuesta por la candidatura de Jiménez, el hoy triunfador Tomás Gómez se estrellará contra el muro de Esperanza Aguirre el próximo 22 de mayo y se reabrirán las heridas que se han cerrado en falso con las declaraciones de apoyo en masa al ganador de las primarias. Y mientras, los ojos del socialismo miran a su presidente, que sigue deshojando la margarita de si concurrirá a un tercer mandato. Zapatero guarda silencio, pero solamente un pronunciamiento explícito acerca de su futuro político permitirá cortar de raíz las especulaciones que esta incertidumbre provoca, y los movimientos internos con las miras puestas en el postzapaterismo. En este escenario, dos nombres han quedado en cuestión, los que le mal aconsejaron implicarse personalmente a favor de Jiménez, y deberán asumir su responsabilidad en el fracaso y en los efectos que esta derrota provoque. El posicionamiento en el reparto de los restos del naufragio que preparaban Rubalcaba y José Blanco, se les ha ido de las manos.
Publicado el 7 de octubre de 2010 a las 13:00.