¿Piquetes informativos o comandos?
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Los cursos de formación que imparten los sindicatos deberían enseñar que la huelga es un derecho que ejerce el que voluntariamente quiere, no el que es obligado a la fuerza. Porque una cosa es una huelga general y otra muy distinta el intento de secuestro de un país. Cuando un dirigente sindical aseguró días antes del 29-s que paralizarían Madrid por las buenas o por las malas, estaba mostrando la peor cara del sindicalismo más radical. Aquel que no entiende que tan legítimo y constitucional es el derecho de huelga como la libertad de acudir voluntariamente al puesto de trabajo. ¿Por qué si un trabajador no quiere secundar la huelga tiene que hacerlo por narices? Se llenan la boca clamando contra el recorte a los derechos de los trabajadores, pero pasan por encima de los derechos de quienes no quieren ser cómplices de este brindis al sol, a destiempo y sin convicción, y que deciden acudir a sus puestos de trabajo. Algunos sindicalistas se tomaron tan en serio el envite que madrugaron más que en toda su vida laboral. Desde primeras horas de la madrugada y armados de toda la parafernalia de pitos, gorras, brazaletes, silicona para las cerraduras, banderas, pancartas, y muchos con pasamontañas y palos para tratar de impedir el acceso a los medios de producción, distribución y transporte. Esto último es una fijación, la bestia negra de los piquetes, sabedores de que si paralizan el transporte colapsan las ciudades. La consigna era ir de oscuro, que amedrenta más. Hay piquetes "informativos" que actúan como si fueran comandos que han mamado la estrategia de la kale borroka. Muchos de los pequeños negocios, comercios, bares, tiendas prefirieron cerrar y no arriesgarse. No secundaron la huelga, pero ante la amenaza de rotura de escaparates o cristales, coches y furgones, optaron por no abrir. La huelga del miedo. ¿Qué democracia es ésta que permite que se pisoteen las libertades de unos ciudadanos por otros que dicen defender los derechos de la clase trabajadora? Ha habido muchas oportunidades para plantar cara a la destrucción de empleo, motivos sobrados para levantarse contra el Gobierno. Los que primero padecieron los efectos de la crisis, y los que se han ido sumando a las listas del INEM han esperado ese desmarque sindical de la errática política económica de Zapatero que tanto ha tardado en llegar. Hay también muchas maneras de expresar el descontento social y el rechazo al recorte de sueldos y pensiones, muchas formas de protestar. De todas, la coacción mediante la violencia, es la peor posible.
Publicado el 29 de septiembre de 2010 a las 11:30.