Ya está bien de fastidiar al ciudadano
Archivado en: Editorial, huelga, controladores aéreos, José Blanco
En España comienza a ser habitual que unos pocos se dediquen a fastidiar al resto de ciudadanos. Lo hemos visto recientemente en la huelga de metro de Madrid, en la que una minoría decidió pisotear los derechos de los usuarios con una huelga sin respetar los servicios mínimos. Tras el caos inicial, el acuerdo con la empresa y la sensación de indefensión para los ciudadanos que sufrieron las consecuencias de una huelga salvaje. Ahora, otro grupo de presión, en este caso los controladores aéreos, está poniendo patas arriba el tráfico aéreo por el pulso que mantienen con el ministerio de Fomento, que les está provocando una misteriosa y contagiosa epidemia de estrés. Los controladores llevan meses buscando las cosquillas al ministro desde que José Blanco decidió mediante Decreto Ley coger el toro por los cuernos y acabar de un plumazo con el chiringuito en el que manejaban a su antojo el reparto de las horas extras. El ministro les redujo de 600 a 80 las horas extraordinarias máximas permitidas y les incrementó de 1.200 a 1.750 las horas ordinarias anuales, con lo que pasaron de ganar 375.000 euros anuales de media, a ganar 250.000, que tampoco esta mal, eso sí, haciendo el mismo número de horas que antes. En plena negociación del convenio colectivo han decidido presionar por la vía del absentismo y se han lanzado en manada a pedir bajas por enfermedad. Para justificar esta huelga encubierta ha dicho un portavoz que las duras condiciones laborales les provocan "depresión, arritmias, ansiedad, y subidas de adrenalina". Y con muy buen tino, el ministro les ha contestado que si el trabajo que desempeñan les provoca estos efectos, lo mismo hay que realizarles nuevas pruebas psicofísicas porque "igual no son personas capacitadas para desempeñar ese trabajo". Ojo al parche. Lo malo es que Pepiño Blaco apaga los fuegos con gasolina y ya veremos si, como ha amenazado, habilita a controladores militares para desempeñar el trabajo de los civiles y no provoca un caos aún mayor. Pero es loable la firmeza con que está decidido a impedir que los derechos de los usuarios del transporte aéreo sean pisoteados. Es muy fácil caer en la demagogia con los salarios, pero como ciudadano me resulta bochornosamente insultante la actitud de los controladores. Por muy justificados que estén sus salarios, lo cual está por ver. No sé por qué me vienen a la cabeza los casi cinco millones de parados. Esos sí que sufren depresión y ansiedad.
Publicado el 21 de julio de 2010 a las 12:30.