Denunciar el maltrato o sufrir en silencio
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Esta semana se han producido dos nuevos casos de violencia de género en España que elevan a 29 el número de mujeres muertas, ocho más que en las mismas fechas del año pasado. Y a falta de confirmación, podría haber un tercer caso en Gijón, donde el cadáver de una mujer de 54 años fue descubierto debajo de la cama por uno de sus hijos mientras el marido sigue en paradero desconocido. En los dos primeros sucesos, ocurridos con pocas horas de diferencia en Sevilla y Girona, han concurrido circunstancias similares. Las dos mujeres murieron acuchilladas a manos de sus parejas, y ninguna de las dos había denunciado a su agresor. La mujer muerta en la localidad sevillana de Pruna, Lupe, de 41 años, no había presentado denuncias por malos tratos contra su pareja, ni había solicitado ningún tipo de ayuda a la Junta o al Ayuntamiento. Tanto la familia como su círculo más cercano conocían la situación por la que estaba pasando y el calvario que estaba padeciendo, pero jamás lo denunciaron. En el segundo caso, registrado en Salt, Girona, irónicamente fue el marido quien denunció a Farida, de 47 años, por abandono del domicilio familiar. A pesar de haber reconocido maltrato psicológico durante años, tampoco la mujer llegó nunca a denunciar a su esposo, ni siquiera tras escuchar las recomendaciones de los servicios sociales a los que sí había acudido. Se había limitado a iniciar los trámites de separación. Pero no es suficiente. Tan grave como la propia agresión es el miedo a denunciar los malos tratos. El pánico a la pareja, la presión del entorno, los factores sociales y culturales, o simplemente la incertidumbre de no tener a dónde acudir, son algunas de las razones que explican el silencio ante la violencia de género. Son igualmente las mismas causas que se esconden detrás de la decisión de retirar una denuncia cuando llega el momento de ratificar la acusación contra el agresor. Es comprensible que una mujer tenga miedo a denunciar a su agresor porque psicológicamente ha sido anulada. Pero una sola muerte de una mujer víctima de malos tratos es un fracaso que concierne a toda la sociedad. Y la única manera de acabar con esta lacra que sangra gota a gota con siniestras estadísticas es informando hasta la extenuación para concienciar socialmente, actuando desde la base en la educación y el respeto, y pidiendo una y mil veces a las mujeres agredidas o vejadas que no sufran en silencio y denuncien el maltrato.
Publicado el 2 de junio de 2010 a las 11:45.