Gestos de austeridad para todos
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El nuevo Gobierno británico ha cogido el toro de la crisis por los cuernos y le ha faltado tiempo para adoptar medidas inmediatas de recorte del gasto público. A los altos cargos les ha apeado del coche oficial y les ha prohibido viajar en primera clase. Son medidas de austeridad que tienen más de simbólico que de efectivo, aunque el Estado británico ahorrará mas de 16 millones de euros, pero que los ciudadanos aplauden porque sitúan a los servidores públicos a la altura de las circunstancias, siendo los primeros que dan ejemplo a la hora de apretarse el cinturón. En el Estado patrio es impensable la imagen de un ministro viajando en el metro, o en el autobús. Aquí seguimos haciendo uso intensivo del coche oficial, de la visa oro y de la primera clase como si fuera la vida en ello. Antes muerto que sencillo, que eso de mezclarse con el pueblo es sólo para las campañas electorales. En España tenemos un parque de más de 2.300 vehículos oficiales. Salvo por motivos de seguridad, comprensibles en determinados niveles y circunstancias concretas, no hay razón para que un servidor público no pueda renunciar a las prebendas del cargo, cuando la austeridad así lo recomiende. Se echan en falta más medidas ejemplarizantes como la que ha adoptado el presidente de la Junta de Castilla La Mancha, José María Barreda, que ha reducido de diez a siete el número de consejerías, eliminando tres de ellas. Hace dos años, el Gobierno castellano manchego estaba formado por 14 consejerías, justo el doble que ahora. La pregunta es si se puede gobernar con la mitad de altos cargos, ¿Por qué no hizo antes el recorte? Las administraciones están claramente sobredimensionadas, y los hechos demuestran que se puede gobernar con mayor mesura. Ahora toca quitar de aquí y de allá y se agradece que los políticos y altos cargos den el primer paso. Es digno de aplauso también el ejemplo del Congreso, que ha decidido paralizar todos los viajes de los diputados y suspenderlos hasta nuevo aviso, y rebajar entre un 10 y un 15 por ciento de los salarios de los diputados. Y es digno de reprobación, por el contrario, el esperpento vivido en el Senado con la traducción simultánea a las cuatro lenguas cooficiales a la que obligó el presidente Montilla en la Comisión General de las Comunidades Autónomas. La broma le ha costado al Senado 6.520 euros, a razón de 163 euros por minuto de discurso. Un exceso innecesario en tiempos de austeridad.
Publicado el 26 de mayo de 2010 a las 15:00.