No nos pongamos el velo en los ojos
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La joven española de origen marroquí Najwa Malha, alumna del instituto Camilo José Cela de Pozuelo, no ha querido quitarse el velo para asistir a clase. Su opción era aceptar las normas internas del centro, recogidas en el Reglamento de Régimen Interior, o esperar a que el Consejo Escolar del instituto hiciera una excepción y le permitiera entrar en el centro con la cabeza cubierta por su hiyab, lo que no se permite al resto de alumnos, a los que se prohíbe llevar gorras, sombreros, pañuelos o cualquier prenda que les cubra la cabeza. El Consejo Escolar, formado por profesores, padres, alumnos, personal del centro y por la propia concejala de educación de Pozuelo rechazó por quince votos a dos modificar su normativa y permitir que Najwa siguiera llevando el velo islámico. Lo contrario hubiera sido hacer de la excepción una norma. El paso siguiente es garantizar su derecho a la educación -que en ningún caso se ha puesto en cuestión- y para ello la joven Najwa será trasladada a otro instituto donde no exista la prohibición de ir a clase con el velo. La polémica se da por zanjada de momento, porque pasado mañana aparecerá un nuevo caso en cualquier lugar de España. Dos ministerios, el de Educación y el de Justicia, han expresado su opinión contraria a la prohibición del velo en las aulas, frente a la postura del Gobierno de Madrid, favorable a respetar la libertad y autonomía de los centros para decidir sus normas de actuación. Eso y nada es lo mismo, y aquí hay que coger el toro por los cuernos, pues firmeza no significa intolerancia. Las leyes deben ser aceptadas y respetadas por todos, al margen de procedencias e ideologías políticas, culturales o religiosas. El problema es que no hay una posición común que hacer valer, pues se ha preferido dejar la última palabra a los colegios en lugar de plantear una posición única para todos los supuestos, promovida desde un ministerio que tiene mucho que decir sobre este tema. No sobre el uso del velo, sino sobre lo que significa su utilización en una sociedad democrática. A la ministra de Igualdad "no le gusta ningún velo" y pide abordar el debate "con sentido de la responsabilidad, y huyendo de oportunismos y demagogias". Es justo lo que hace falta, abordar el debate con valentía y autoridad moral para salir del vacío legal en que estamos, pero sin olvidar el fondo de la cuestión, que el verdadero significado del hiyab islámico no es otro que la supeditación de la mujer al hombre.
Publicado el 23 de abril de 2010 a las 20:45.