¿Qué nos espera a la vuelta?
Nos vamos de vacaciones, el que todavía se lo pueda permitir, con el corazón en un puño y el bolsillo en carne viva de tanto arañarlo para encontrar un euro con el que llegar a fin de mes. Y con la congoja de no saber, aunque nos sopla el aliento en la nuca, si al regreso los hombres de negro estarán husmeando en las cuentas del Estado para recortar allí donde el Gobierno no ha sido capaz de meter la tijera todavía. España está en un momento crítico, implorando la intervención urgente del Banco Central Europeo, la única que podría evitar la otra a la que estamos abocados de seguir en la senda actual. Los mercados andan desquiciados, la prima de riesgo desbocada y la bolsa aguantando como puede el ataque de los especuladores. Los planes de ajuste de Rajoy no han calmado los ánimos, y la petición de rescate financiero por parte de las comunidades de Valencia y Murcia, y otras como Cataluña, que lo solicita con una mano mientras con la otra sigue reivindicando su soberanismo, no ha hecho más que alimentar la voracidad de la famosa prima. El escenario no puede ser mas aterrador, porque los de negro no se andarán por las ramas: tijeretazo sin miramientos a la administración central y autonómica, nuevos y más elevados impuestos, funcionarios a la calle, recortes en pensiones, sanidad y educación, cierre de empresas públicas y un lago rosario de medidas que mejor ni imaginar. La alternativa, además de cruzar los dedos para que el BCE se decida a mover ficha, pasa por alcanzar un gran acuerdo nacional entre el presidente del Gobierno y el secretario general del PSOE para diseñar el nuevo modelo de Estado que nos podemos permitir, que no es ni de lejos parecido al actual. La reforma de un sistema autonómico en el que, tanto los grandes partidos nacionales como los nacionalistas o regionalistas, se han dedicado durante treinta años a engordar la maquinaria que les nutría de votos con los que retroalimentar el modelo, resulta imprescindible. Cortar de raíz el despilfarro autonómico, readaptar el modelo a las verdaderas necesidades, eliminar administraciones duplicadas, organismos asesores superfluos, empresas públicas de dudosa utilidad y subvenciones indiscriminadas, es la única vía posible para restablecer la confianza de los mercados en la capacidad del Gobierno para embridar la desbordante escalada de gasto, y de España para demostrar que sigue siendo un país serio. La solución la ha resumido muy gráficamente Esperanza Aguirre: "acabar con los subsidios, las subvenciones y las mamandurrias". Feliz verano.
Publicado el 27 de julio de 2012 a las 14:45.