La lucha de David contra Goliat
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La guerra interna en el PSOE por encabezar la candidatura que disputará la presidencia a Esperanza Aguirre se ha convertido en un problema político para la dirección federal del PSOE. No pensaba Rodríguez Zapatero que el que fue alcalde más votado de España, holandés de nacimiento y parleño hasta la médula desde sus primeros recuerdos, le iba a plantar cara. Cuando le llamó a Moncloa para pedirle que dejara libre el camino a Trinidad Jiménez, que las encuestas no le acompañaban y que su grado de notoriedad pública era más bien escaso, no contaba con que Tomás Gómez no estaba dispuesto a doblegarse, ni tampoco que el díscolo secretario general del PSM iba a aglutinar en torno a sí el sentimiento de rechazo interno al liderazgo de Zapatero. El pastorcillo David contra el gigante filisteo Goliat. Tomás Gómez no cedió a las pretensiones del presidente, como antes había ignorado las presiones de Pepe Blanco y de Rubalcaba, pues se sentía respaldado por una amplía mayoría del Comité Regional. Las bases tienen la palabra. Dispuesto a vender cara su piel, esa resistencia numantina es lo que le está generando más adhesiones. Gómez encarna la rebelión de las bases contra las designaciones a dedo. La rebeldía y la insumisión ante el poder, tan escasa entre los políticos, se han convertido en su principal activo. A pesar de las maniobras y las trampas que le tienden en el camino. Como la decisión de Ferraz de permitir el voto a los militantes de la disuelta agrupación de Móstoles. O el veto a la celebración de unas primarias en Leganés que estaban avaladas por el 40% de los militantes. Pero Tomás Gómez se ha empeñado en demostrar que la militancia tiene madurez suficiente para elegir el mejor de los candidatos. Y ha tenido momentos de indudable oportunidad política, como la presentación de su candidatura con un baño de multitudes en la sede de UGT el mismo día en que se escenificaba en Rodiezmo la ruptura de los sindicatos con Zapatero. No se puede vaticinar el resultado de las primarias, ni acabará la guerra con la proclamación del candidato, porque si no consigue ser elegido, seguirá como secretario general y en su mano está la elaboración de las listas municipales, pero no se puede negar que ya ha ganado la batalla de la perseverancia. Y que el desconocido Tomás Gómez tiene ahora la notoriedad mediática de la que antes carecía. Pero se enfrenta a una grandísima candidata como es Trinidad Jiménez. Entre uno y otra, que gane el mejor.
Publicado el 10 de septiembre de 2010 a las 09:45.