Archivado en: Scarlett Johansson, José María García, Varlámov, Dovlátov, Ho Davis, Wagenstein, Goethe, Tolstoi, Marí, Eggers, Lindgren, Marías
Miro mucho los mapas de montaña, me deleito trazando rutas imaginarias sobre el papel: las curvas de nivel, las líneas azules de los arroyos, los collados... Calculo los tiempos posibles para los ascensos y los descensos. Pocas cosas me entretienen tanto. Prefiero leer un mapa que la mayoría de las novedades editoriales (y prefiero imaginar rutas de varios días por Pirineos que proyectar un viaje a Tokio sin Scarlett Johansson). Luego trato de ir solo, o acompañado de pocos, para reconocer el camino que he intuido en el mapa. Entonces contrasto el camino imaginario con lo que encuentro: manantiales, refugios, rocas, flora, fauna y flora... Pienso en la gente a la que le gustará ese lugar, o qué variaciones de la ruta serán necesarias para hacerlo más atractivo o accesible para otros.
(Esta enfermedad me puede. Fijaos que hasta me daban ganas de gritar ¡para la cinta!, al estilo José María García, cuando en la trilogía peliculera de El señor de los anillos aparecía un mapa: Mórdor, Góndor... ¡Ah!)
En el balance de mis lecturas de 2009, pocos libros se han impuesto a los mapas del Tena, de Vignemale, de Bujaruelo, de Ordesa... Quería hacer un Top Ten de lecturas para otros, pero no llego diez. Así que preparo un tríptico con las mejores lecturas nuevas, las mejores relecturas y un par de descartes para que comprendáis (o no) mis evasiones a los mapas. No seáis fieles a este mapa, por favor.
Entre las novedades o casi novedades editoriales (con ordinales):
1º. El nacimiento. (Acantilado, 2009). De Varlámov Lo breve, si bueno... El descubrimiento del año.
2º. La zona (Ikusager, 2009). Dovlátov es mi autor favorito del siglo XX, no lo puedo evitar. Brutal.
3º. La casa más fea del mundo (La otra orilla, 2009). De Ho Davis. Desde el título, el mejor libro de relatos de un año de lecturas, aunque sea sólo por dos cuentos: "La casa más fea del mundo" y "No lo sé, ¿a ti qué te parece?".
4º. El Pentateuco de Isaac (Libros del Asteroide, 2008). Wagenstein ha sido un gran descubrimiento con esta ficción que repasa los totalitarismos del siglo XX en Europa con el papel estelar de un protagonista/víctima de todos. Es para llorar, pero el humor judío evita las lágrimas y consigue sonrisas.
Como veis, no aparece ninguno de los más vendidos... Prometo no enmendarme.
Entre las revisitas destaco cuatro libros (con cardinales) para llegar al ocho:
5. Las desventuras del joven Werther (Cátedra, Mil letras, 2009). De Goethe. Redescubrimiento del romanticismo adolescente, actualísimo.
6. La Biblia (Nácar Colunga, 1967). VVAA, pero con inspiración común. El longseller.
7. Ana Karenina (libro desaparecido en combate). De Tolstoi. Esta vez he saboreado el final de la novela (y en el final no hay tren...) como nunca.
8. El vaso de plata (Libros del Asteroide, 2008). De Marí. Esta colección de relatos tiene algo que... Cada vez que lo empiezo a leer no puedo parar.
Con los cansinos, que me animaron a desplegar mapa para que mi imaginación volara libre por las curvas de nivel y las líneas azules de los arroyos, llego a diez:
9. Qué es el Qué (Mondadori, 2008). Eggers se pasó: 523 páginas. Su prosa experimental (¿moderna?) me permite lecturas más breves, por ejemplo, disfruté Una historia conmovedora, asombrosa y genial, y Guardianes de la intimidad. Lo digo de otra manera: una noche de juerga es estupenda si dura una noche, cuando una noche de juerga dura tres días es un exceso/desfase. Usaré las hojas porosas de este volumen para secar y prensar hojas y flores.
10. Agua y otros cuentos (Nórdica, 2008). De Lindgren. Dan ganas de decir que este sueco del norte es muy sueco (aunque no tengo muy claro qué es eso de ser sueco, creo que serlo de norte lo enfatiza). El caso es que su prosa densa, dentro de la aparente sencillez y construida tanto de ideas resumidas como de pequeños acontecimientos, nunca me enganchó. En cada cuento que terminaba pensaba lo mismo que cuando leí Cuando fui mortal, de Marías: qué pena, qué buena idea desaprovechada. Y, ojo, el estilo de Lindgren y Marías no tienen nada que ver.
Publicado el 11 de enero de 2010 a las 12:30.