Archivado en: Pentateuco de Isaak, Angel Wagenstein, Patxi asesor literario, humor en la tragedia
Hace ya unos meses que Patxi (asesor literario) me recomendó El Pentateuco de Isaac, de Angel Wagenstein. (Libros del Asteroide, 2008). Me resistí, porque tenía otras lecturas pendientes. Me resistí, incluso, cuando mi amiga Amaya Muruzábal publicó una crítica.
El caso es que Patxi optó por la fórmula magistral: "Toma, léelo".
Lo he leído en los últimos nueve días, muy despacio. Cuenta la biografía terrible de un judío de Galitzia. Se puede leer la historia: la caída del Imperio Austrohúngaro tras la Gran Guerra, el avance del poder soviético, la Soah... Se puede leer, también, una aguda lección de pensamiento político. Se lee una novela.
El Pentateuco de Isaak está narrado como una larga confesión con un sentido del humor extraordinario, repleto de chistes judíos que sirven para la comprensión de las ideas.
Éste es uno de los que me contó Patxi mientras leía la novela:
"De todos modos, ¿no cayó acaso en la misma tentación el rabino Ben Zwi al ver en una carnicería cristiana un jamón de Praga rosado y fresco?
-¿A cuánto es este pescado? -le preguntó al carnicero.
-No es pescado, sino jamón de Praga.
-No te pregunto cómo se llama el pescado, sino a cuánto sale..."
El chiste viene después del relato de cómo el protagonista judío come el pan negro y el tocino que le había entregado el sturmfürer Zuckerl en el campo de trabajo nazi.
Extraordinario.
Añado, además, una frase que se queda clavada cuando se termina la novela:
"Si la vida nos ha sido dada, la hemos de vivir, no faltaría más."
No es un optimismo idiota.
Publicado el 8 de febrero de 2009 a las 17:00.