Archivado en: Grafiti, escritura y yo
Me quedé pasmado cuando vi una fotografía de un grafiti parisino de comienzos del siglo XX. Estaba escrito con tinta y letra caligráfica. Hoy se pinta con espray o rotulador, con esas letras gruesas que en mi santa obstinación achaco a la elaboración de murales DINA3 para las clases de Religión. Sí, ya sé que las clases de Religión están venidas a menos en España, pero en los muros quedaron esas letras tipo Donut, gordas y arrejuntadas. Del "Dejad que los niños se acerquen a mí" (por ejemplo), pasamos rápidamente por algún grito de guerra (mi favorito: "¡Viva la caries y la pus!") y mensajes políticos ("Felipe, no te enteras, que en la OTAN no hay Casera") para llegar al presente grafitero de los mensajes-firma: nombres propios, nada más. Cierto..., en el País Vasco se sigue con las pinturas rupestres de víboras y hachas, y con ese gusto por el visor del teleobjetivo francotirador. Pero la práctica actual y globalizada consiste en la firma enorme con el nombre propio o su alias. Un yo muy gordo.
También abundan los yoes en los textos de mis alumnos universitarios. Suelo componer tipologías de estos yoes. Ahí van algunos ejemplos (deudores de Ejercicios de estilo, de Raymond Queneau):
Un yo desafiador.
-Yo digo que es un árbol.
Aquí puede matizar el profesor animado por la precisión y el tamaño de los frutos que cuelgan de las ramas:
-Perdona, es un peral.
-¿Tú que eres, frutero o profesor? -replica el alumno con carácter.
Un yo sentimental.
-Para mí ese peral es un manzano, lo siento como un manzano...
Un yo dubitativo.
-Nusé, a mí me parece que es un árbol...
Un yo creyente.
Yo creo que es un peral.
Un yo relativo.
-Bueno, depende, ¿no? Para mí es muy subjetivo.
Cuesta tanto que el yo no engorde...
Cuando visito una ciudad nueva, entro en los bares, en los cementerios y en las mercerías (o como se llamen las tiendas de ropa interior). Ahí busco diferencias. Si miro a los adolescentes en rebaño o paseo por los alrededores de las estaciones de tren y miro las pintadas de los muros, sé que no encontraré diferencias, se repiten las pintadas del yo.
Publicado el 8 de septiembre de 2009 a las 11:45.