Archivado en: Benedetti, Gonzalo de Pedro, Diego Palma, Eduardo Galeano
Fue el 14 de septiembre de 2005 ó 2006... No estoy seguro del año. Sí que esa noche de invierno fuimos cuatro amigos a cenar al Entrevero, nuestro lugar favorito de Montevideo para el petit filet.
Pedimos lo de siempre: ensalada (con vinagre de Módena) y petit filet (al punto). De postre pediríamos isla flotante. Al fondo había una gran mesa corrida. El mozo nos dijo que se celebraría esa noche un cumpleaños: "Benedetti, un escritor muy importante, ¿lo conocen?".
Y no lo conocíamos, pero los cuatro (tres españoles y un uruguayo) lo habíamos leído.
Fueron entrando los del cumpleaños, la plana mayor de la literatura uruguaya viva, escritores que reconocimos por la cara de contraportada, mano en el mentón... Y aquel viejito menguado de fuerzas: Benedetti.
-¿Nos acercamos a saludarlo? -preguntó Gonzalo.
Yo me negué, pero animé a Gonzalo para que se acercara. Hubo un momento de indecisión en nuestra mesa. Gonzalo, que es un librepensador, se acercó. Y Diego, también librepensador, salió a su rebufo.
Otros dos nos quedamos sentados, con vasca actitud. Vimos la mirada (vigilante, hosca, celeste, de venas abiertas por América Latina) de Galeano. Escudriñó a Gonzalo y a Diego cuando saludaron al maestro con un beso.
Ayer releí un cuento de Benedetti. DEP.
P.D.: No vayan al entrevero, en Pocitos, cerró hace dos años.
Publicado el 19 de mayo de 2009 a las 13:00.