Archivado en: Bolos literarios
Hace unos días oí a Pablo Motos en su hormiguero una definición de vacío que yo memoricé (sin duda mal) así: "Vacío es cagar con hambre".
En algunos oficios, como la escritura de ficción, los bolos evitan los peligros de ese vacío. Sacian el hambre, aunque no son aquellos bolos alimenticios viajeros por el aparato digestivo que estudiábamos de niños.
Los bolos están ligados, de salida, a los escritores y arranco con una idea básica que debería añadirse al clásico ensayo de Flannery O´Connor ("Naturaleza y finalidad de la narrativa") en cualquier escuela de escritura. La ofrecía un profesor gallego, y decía así: "Si usted quiere vivir de la pluma, monte una granja de gallinas".
Supongamos que es un usted un escritor de ficción español de cierto prestigio (sin ironía) y que publica en una mediana editorial (por su tamaño económico) como Lengua de Trapo, Salamandra en años sin Harry Potter, Anagrama, Tusquets, Acantilado... Aceptemos, incluso, que su obra se vende muy bien, unos 10.000 ejemplares en un año. Si el libro es algo caro y cuesta 20 euros, usted obtendrá 2 o, como mucho, 2,4 euros por libro vendido. O sea, entre 20.000 y 24.000 euros al año. El cálculo si vende 5.000 libros al año (algo nada anormal en un escritor de ficción español de cierto prestigio) es fácil para los de letras. Divida esa cantidad entre doce meses sin pagas extraordinarias, descuente las cotizaciones a autónomos y comprenda que su libro no venderá igual después del tirón de la novedad si no le hacen una película o una teleserie... ¡Bienvenido al bolo alimenticio!
Tenga en cuenta, además, que los escritores no tienen por qué vivir solteros y sin responsabilidades familiares; y que, lo mejor, no publican un libro al año. No se crea demasiado el concepto "prolífico escritor", los prolíficos son raros.
¿De qué vive entonces el novelista?, ¿del cuento? Bueeeeeno, a veces algo, la colección de breverías abrazadas en una edición puede servir para pasar unos meses hasta lograr la siguiente novela. No nos engañemos vivir del cuento en España es muy difícil. Aquí el escritor de ficción español de cierto prestigio tiene otro trabajo, tiene otros dos trabajos o tiene que hacer bolos. Como explican para los futbolistas de éxito y sus carreras publicitarias, el trote de los escritores es breve (tres, cuatro, cinco libros) y está sujeto a caprichos del destino, de las editoriales, de las modas o las lesiones (enajenación mental del autor). Así que hay que aprovechar las rachas y agarrar los euros. Los bolos son conferencias, charlas y tertulias; son firmas como jurados de concursos honrados o prostituidos; son... El escritor de ficción español de cierto éxito comprenderá pronto que el bolo es eso que da de vivir al escritor por ser escritor y no por escribir. Y que hay más público "bolero" que lector. Aquí el escritor supera al futbolista. No importa si ya no escribes, puedes haber escrito hace veinte años y sigues siendo el 10 de los bolos. (Sólo los futbolistas muy grandes viven del bolo futbolístico una vez retirados, ya saben que luego hay que poner un bar, trabajar en la radio o entrenar a otros).
Lo malo es que al final el bolo alimenta hasta el punto de que se abandona la escritura. Esto también ocurre a menudo en la docencia universitaria, donde, al final, los alumnos son esa molestia necesaria para poder dedicarse al verdadero sentido de su profesión que es... (¿)
P.D.: "Es verdad que, si quieres escribir bien y vivir bien al mismo tiempo, mejor será que heredes dinero o te cases con un agente de bolsa o con una mujer rica que sepa manejar una máquina de escribir. En cualquier caso, si escribes para ganar dinero, o para expresar tus sentimientos, o para asegurar los derechos civiles, o para irritar a tu abuela, será un tema para que lo tratéis tu psicoanalista y tú, y el punto de partida de esta discusión será lo bueno de la obra." O'Connor en "Naturaleza y finalidad de la narrativa".
Publicado el 27 de noviembre de 2009 a las 12:15.