De punta en blanco. Real Madrid

Que el cartel de una final de la Copa Libertadores incluya los nombres de dos históricos como Peñarol de Montevideo y Santos ya supone un reclamo para cualquiera que se considere un amante del fútbol. Pero si además en esa cita están presentes dos futbolistas de la talla de Neymar y Paulo Henrique Ganso, el madrugón o trasnocho está más que justificado.

Tras el 0-0 de la ida, ambos equipos llegaron al descanso con el mismo resultado. Olía a prórroga, pero nada más volver de los vestuarios decidieron aparecer en escena Neymar y Ganso. El último para devolver una pared con un fabuloso taconazo, el primero para ejecutar una jugada maravillosa con un chut ajustado al poste. Los flashes sólo le buscaban a él, ya era uno de los nombres de la final en la previa y ahora representaba la imagen del campeonato, tomando el testigo de Pelé.

Después, flotaba en el ambiente esa sensación de que cuando le caía el balón a Neymar podía pasar cualquier cosa. Amagos, bicicletas e incluso un chut al poste compusieron un repertorio que quedó nublado con algún lunar de esos que a algunos nos hacen dudar y mucho sobre su posible fichaje por el Real Madrid: algún piscinazo injustificado y sobre todo, meterse en la lamentable tangana del final. Habrá que ver si más allá de la Conmebol, FIFA toma cartas en el asunto.

Al final, queda ese poso de que los aficionados blancos que trasnocharan para ver al posible fichaje madridista salieron contentos; unos porque disfrutaron con las filigranas del 11 santista y los otros porque se armaron de razones para renegar de su posible contratación. Y con todo esto saco la conclusión de que tal vez esa sea la grandeza de este jugador: no deja indiferente a nadie. Sigo pensando que es un futbolista inmaduro, cuyo carácter plantea dudas de cara a su salto a Europa, pero aún así, deja destellos por los que merece la pena pagar una entrada y eso, en un fútbol cada vez más mecanizado, es una bendición divina.

Publicado el 23 de junio de 2011 a las 11:15.