Neymar, un nuevo Robinho para el Real Madrid
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En estos tiempos que corren en los que parece más acertado traer a un mediocentro por el número de kilómetros que recorre que por los pases de gol que fabrica, ver a jugadores como Neymar sobre el terreno de juego es una verdadera alegría. Desde el punto de vista de un espectador neutral, el joven delantero del Santos evoca todas las cualidades del fútbol romántico: el regate por encima de todo, siempre intentando inventar fintas y acciones que maravillen al espectador.
Habría que imponer que todos los equipos intentaran tener al menos un jugador de esa estirpe. Menos Diarrás y más Neymars sería la moraleja. Pero el fútbol hace mucho que dejó de ser un deporte romántico. Lejos de esas pachangas callejeras en las que parece convertir Neymar cada partido hay una idea colectiva del juego y una meta (ganar) que en ocasiones no casan bien con las filigranas de cara a la galería.
¿Hacia dónde quiero ir con todo esto? Muy sencillo. Que de estar sentado en el sillón de Pardeza o de Florentino Pérez me pensaría dos veces eso de fichar a Neymar, un jugador tan brillante como díscolo. En Brasil crece antes el jugador que la persona y eso en ocasiones tiene consecuencias negativas. Tal vez si Robinho hubiera tenido otra formación y se hubiera rodeado de otras personas ahora mismo estaría en todas las quinielas por el 'Balón de Oro'. Neymar parece seguir el mismo camino, por desgracia para él y para todos los aficionados al fútbol.
Publicado el 8 de junio de 2011 a las 11:30.