Isco, Sergio Ramos y Casemiro: El bueno, el feo y el malo
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Ayer hablábamos de aquellos jugadores que en este inicio de temporada no parecen dar la talla en el Real Madrid. Si a Benítez apenas le han dejado los 100 días de rigor para darle puyazos cual victorino, con ciertos futbolistas convendría interponer la demanda oportuna y que se sienten en el banquillo de acusados.
Este lunes, a rebufo de las críticas (acertadas, pero a mi gusto un tanto exageradas) a Arbeloa y Benítez, poníamos sobre la mesa el nombre de Toni Kroos, un jugador que da la sensación de estar lejos de su mejor nivel físico y que, en estos momentos, apenas aporta en ninguna de las facetas del juego blanco. Esas carencias se ven menos gracias al desempeño de un futbolista como Casemiro, un mediocentro que el Madrid fichó sin hacer demasiado ruido y al que ahora muchos se rinden. No se suban al barco, quizás no haya sitio para todos. Porque Casemiro no es un flor de un día. Ya brilló en un Sudamericano sub-20, tuvo un papel importante para paliar el naufragio de Dortmund en 2014 y, el año pasado, tuvo que hacer un golazo en la Champions para que se acordaran de él. No ganará nunca el Balón de Oro, pero será un jugador clave para Benítez. Al tiempo.
Una de las razones de las alabanzas recibidas por Casemiro en el Calderón estuvieron en el excesivo trabajo que tuvo. El Madrid de Benítez es un poco más solidario, defiende con las líneas más juntas, pero eso no evita que siga siendo víctima de los delirios de grandeza de algunos jugadores. El corifeo mediático que se tiró todo el verano proclamando la necesidad de aumentarle el sueldo a Sergio Ramos debería salir hoy mismo para entonar el mea culpa juancarlista: "Lo siento mucho, me he equivocado. No volverá a ocurrir". Ramos, el que, según algunos, debería ganar el Balón de Oro en 2014, el mismo que puso precio a su felicidad (10 millones de ficha para sentirse querido por el club) firmó una actuación bochornosa el pasado domingo en el Calderón. Eso sí, da igual. Como juega en la selección, tiene un importante apoyo mediático y puede ser usado como arma arrojadiza contra Florentino Pérez, se le perdona todo, hasta un partido deleznable en el que cometió errores imperdonables, fruto de ese pecado capital que tantas veces ha mostrado: jugar sobrado. Ah, no esperen la disculpa periodística, ya saben, la táctica del avestruz.
Si Ramos es uno de los niños mimados de la prensa, a Isco también se le podría incluir en ese grupo de 'enchufados'. La calidad del malagueño, algo que está fuera de toda duda, debió de quedarse en el hotel de concentración, porque en el Calderón si actuación fue, cuanto menos, insulsa. Tras la campañita en la que se pedía su titularidad en detrimento de Bale, se espera que Isco diera un paso al frente y pasara a ser más efectivo que efectista. Controles imposibles, regates de genio, goles para enmarcar... su repertorio tiene de todo, pero se echa de menos que en los partidos de tronío, agarre al toro por los cuernos.
En definitiva, tres personajes dentro de una misma película: El bueno, el feo y el malo. Es turno de que ustedes les asignen los papeles que estimen oportunos.
Publicado el 6 de octubre de 2015 a las 08:15.