El Real Madrid debe meterse en el cuarto oscuro
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Bienvenidos al mundo real. La previa del Real Madrid-Espanyol llegaba marcada por un hecho que poco o nada tiene que ver con el fútbol. Al parecer, Antón Meana (periodista de 'Radio Marca') fue llamado al orden por José Mourinho y varios integrantes del cuerpo técnico del Real Madrid por unas informaciones publicadas. La situación, que no deja en buen lugar ni a Mourinho ni al servicio de comunicación del Real Madrid, no es para nada novedosa. No es la primera vez que entrenadores, futbolistas o, protagonistas de otros ámbitos informativos como los políticos, se ponen en contacto con periodistas para expresar su desacuerdo con algunas noticias.
Repito, no es mi intención defender a Mourinho, pero no me ha gustado el cierre de filas corporativo tan interesado que se han hecho desde muchos frentes. Lo que a priori parecería un sentimiento de empatía, queda desenmascarado por el fin último de muchos de los que se han solidarizado con Antón Meana. Acostumbrados a campar a sus anchas por los pasillos del club, a poner y quitar entrenadores y/o presidentes, para muchos 'compañeros' de profesión toparse con personas del perfil de José Mourinho es, hablando en plata, una verdadera putada. Y pongo entre comillas lo de compañeros porque esta es una profesión, como muchas otras, marcada por la feroz competencia. El portugués ha acabado con muchos de los privilegios (algunos positivos y otros no tanto) que tenían ciertos medios de comunicación, lo cuál tiene un altísimo porcentaje de culpa en el deseo mayoritario disfrazado de información de que Mourinho se marche en junio.
Volviendo a lo estrictamente futbolístico, el Real Madrid sumó un nuevo tropiezo inesperado. Según datos de 'Míster Chip', desde 1999 ningún equipo que llegaba al Bernabéu en el penúltimo puesto de la tabla había conseguido puntuar. El Espanyol rompió esa estadística dejando para el debate varios puntos de interés. Si se compara el partido del año pasado ante el mismo rival sólo nos encontramos con una similitud: el hambre de Cristiano Ronaldo. El resto de virtudes parecen haberse esfumado. Sin intensidad ni presión, el equipo no roba balones y por tanto no propicia las contras letales del año pasado. En ellas, los blancos solían encontrar a equipos desordenados, lo cuál facilitaba su camino hacia el gol.
Otro punto para la reflexión es la actitud de los jugadores madridistas a balón parado. Éste comienza a ser un mal casi endémico en el Real Madrid y sobre el que Mourinho ya se ha pronunciado tras errores como el del gol de Valera que significó el 1-1 ante el Getafe. Si es cierto que todo eso se trabaja en los entrenamientos y en sesiones de vídeo, el dedo acusador se traslada a la falta de concentración de los jugadores, muchos de los cuales, por cierto, tienen demasiada bula en los medios de comunicación.
Con todo este panorama, a un servidor la situación le recuerda a la temporada 1999-2000. En ella, el Madrid hizo el ridículo en la Liga, pero acabó levantando su octava Copa de Europa. De aquella crisis deportiva, el equipo blanco supo gestionar de puertas hacia adentro todos sus problemas, puso toda la carne en el asador y se proclamó campeón continental contra todo pronóstico. Iker Casillas y Aitor Karanka conocen de primera mano cómo se gestó esa metamorfosis. Es la hora de que ambos, o a quien le corresponda esa labor, metan a todo el club en el cuarto oscuro para devolver a la realidad a una entidad que se acerca peligrosamente al abismo.
Publicado el 17 de diciembre de 2012 a las 09:00.