De punta en blanco. Real Madrid

Con la herida aún abierta de la eliminación europea ante el Bayern, el Real Madrid afrontaba una de las últimas piedras en su camino hacia el alirón liguero. Llegaba el Sevilla al Bernabéu con la idea de reavivar un campeonato que parecía sentenciado tras el 'Clásico' del Camp Nou, pero que después de una semana convulsa había visto cómo se reactivaba el interés. Al final todo quedó en fuegos de artificio. El Sevilla demostró estar a años luz del equipo que levantó dos Copas de la UEFA de forma consecutiva y el Madrid dejó la Liga vista para sentencia.

Más allá del juego, lo que importaba era ganar. Un triunfo ante el equipo hispalense unido a una derrota del Barça en Vallecas se traduciría en el título, aunque lejos de depender de tropiezos culés, lo primordial era sumar tres puntos que tranquilizan al equipo de Mourinho y sobre todo, restan dramatismo a la visita de este miércoles a San Mamés. Como en el otro partido que se jugó en la matinal del domingo ante Osasuna, todo salió a pedir de boca de Mourinho. Bueno, mejor dicho, casi todo.

Sergio Ramos recibió el cariño de la afición y se permitió el lujo de sumar una asistencia en el tercer tanto de Benzema; Cristiano Ronaldo abrió una vez más la lata demostrando que sus goles sí son decisivos y Özil volvió a mostrarse como un futbolista indispensable en el estilo madridista. Sin embargo, la afición mandó un recado importante a Mourinho: después de tantos millones de euros gastados y de crear tanto ruido mediático, una Liga es un escaso botín para juzgar la labor del técnico portugués.

Tal vez los blancos canten el alirón el miércoles ante el Athletic, o quizás haya que esperar unos días más. Da igual, la Liga parece estar camino de Cibeles. Sin embargo, un perfeccionista como Mourinho debe empezar a pensar en la próxima temporada con el convencimiento de que las exigencias de este club son mayores que el Inter o en el Chelsea. Aquí, no vale sólo con la Liga.

Publicado el 30 de abril de 2012 a las 09:15.