Larga lista de espera en San Fernando
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Cuarenta personas aguardan, en riguroso orden de lista, para instalar su negocio en el resurgido Mercado de San Fernando, en Lavapiés. Pero, de momento, en su semana de reinauguración, prevista del 10 al 18 de noviembre, participarán los 55 comercios ya establecidos, 20 de ellos estrenados a lo largo de 2012. Al lado de puestos tradicionales como la pollería de Enrique, que funciona desde hace dos décadas, se unen ahora los libros al peso de La Casquería, el comercio justo de Malugú, la comida vegetariana de La Republicana o los arquitectos de PEC (Puesto En Construcción), entre otros.
Además, se busca titular para la pescadería, y se espera la próxima apertura de una tienda de productos griegos en el número 33, aparte de un restaurante de 600 metros cuadrados-para verano de 2013, aunque pendiente de licencias municipales- ubicado en la planta superior, donde antiguamente continuaba el mercado y donde en 2005 se colocó un centro de salud. "En la parte de arriba había puestos más económicos y esta era para los ricos", recuerda Ángela, de 78 años, vecina del barrio.
Sin embargo, esos negocios a los que se refiere, comenzaron a cerrar a finales de los ochenta. Por otro lado, explica Víctor Alonso, gerente del mercado, "en estos años atrás realizamos un proyecto que no pudo ejecutarse por falta de financiación. Una mediana superficie llegó a acuerdos con los comerciantes para que dejasen algunos locales vacíos y así entrar. Luego, estos no quisieron volver". Para ocuparlos de nuevo, reconoce, "dimos toda libertad, y el resultado es la mezcla que ves, perecederos junto a bodegas de vino a granel o cervezas artesanales, puestos que antes no existían". Al margen de su reinauguración y buscando un mayor tráfico de clientes, el mercado colaborará en la iniciativa gastronómica Tapapiés del 17 al 27 de octubre.
Enrique, dueño de la pollería que lleva su nombre, apunta que "los mercados municipales no puden competir en cuestión de horarios, pero sí en calidad de trato. Ahí somos infinitamente mejores". Con él coincide Rita, su clienta, que vive en esta zona de Madrid desde hace trece años. "En el mercado la compra sale mas económica y la atención es diferente". "No cambio a mi carnicero, me corta los filetes finos, para los niños, eso no ocurre en un supermercado", explica Lourdes mientras hace su pedido.
En los nuevos locales nos encontramos a Silvia, voluntaria de Malugú, una asociación de cooperación al desarrollo que vende artesanía procedente de un proyecto llevado a cabo en Ghana. "Hemos abierto aquí porque era más asequible y porque apostamos por volver a la vida de barrio". Las mismas razones da Ana, socia de La Casquería, un comercio que levantó su reja hace hace seis meses para vender al peso libros de segunda mano (10 euros/kilo). "No hay apoyo institucional ni a lo público ni a las iniciativas sociales. Los mercados son la oportunidad ahora de poner a funcionar la cooperación y la economía social, más allá del beneficio económico". Sobre la renovación del mercado, apuesta porque vuelva a funcionar "como una plaza pública, un punto de reunión para que la gente pueda encontrarse".
Publicado el 28 de septiembre de 2012 a las 11:45.