Raúl y Mamen, dos 'enfermos imaginarios'
Archivado en: Raúl González, Mamen Sanz, Enrique San Francisco, Real Madrid
Más Purita Dimanita que nunca. Creo que vuelvo a mis viejos tiempos. Todavía recuerdo mis primeras prácticas en Pronto, aquel largo y caluroso verano en Marbella, trabajando de guardaespaldas con los rostros más populares. El tiempo ha pasado, pero he recuperado mi espíritu aventurero de paparazzi. Claro que la situación me pilló un poco desprevenida.
Estaba yo, tan contenta y sin armas, en el teatro Fígaro-Adolfo Marsillach, dándole vueltas a la ruptura entre Guti y Arantxa de Benito. Pobres. La función acabó, las luces se encendieron y... ¡zas! Ahí estaban, justo a mi derecha, en la primera fila: Raúl González, Mamen Sanz y Manolo Santana. "¡Cáspita!", me dije, "!... Y yo sin cámara!". Me resigne, porque sabía que se marcharían por la puerta de atrás, y así fue, aunque muchos fans les esperaban en la calle, sobre todo niños.
Pero, primero, en la sala, Raúl se fundió en varios abrazos con el tenista retirado y director del Master de Madrid. Hablaban precisamente de esta competición -porque la oreja si que la pude poner-, a la que el futbolista es bastante fiel, además de a los toros.
Espero que confiéis en mí, y no dudéis de la noticia que os he brindado, el primer notición de Purita en www.gentedigital.es.
Y eso que comenzábamos la semana con una mala noticia en el Real Madrid, el divorcio de Guti. Sin duda, Raúl y Mamen conforman la cara buena del equipo blanco. Se casaron muy jóvenes, con 22 y 24 años, después de que ella consiguiese relajar a Raúl, toda una bala perdida en aquella época.
Desde entonces, el jugador ha besado su anillo una y otra vez después de marcar -reconocimiento a su esposa-, gesto acompañado por varios golpes en el pecho -por sus hijos-. Juntos han tenido cuatro churumbeles: Jorge, Hugo, y los gemelos Héctor y Mateo.
Ahora, Raúl es un hombre serio, un cabeza de familia que tiene contrato con el Real Madrid hasta 2011. Y esta mañana, El Mundo publica en su edición digital que podría convertirse en un gran ejecutivo del club antes de lo pensado. Seguro que lo consigue porque detrás de este hombre hay una gran mujer.
Misión: Meter la cámara en el bolso -aunque no esté de servicio- para dar buenas noticias.
P.D.: La obra, por cierto, estupenda. No encontré el lado bueno de Enrique San Francisco, pero sí el de un tal Álex Barahona...
Publicado el 17 de abril de 2009 a las 08:30.