Yo fui una de esas 50.000 personas en el Bernabéu, yo vi a Kaká en la misa del Real Madrid
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Ayer fue un gran día, porque progresé profesionalmente como paparazzi, porque conseguí superar una avalancha humana y hacerme hueco, porque no me caí en las escaleras del Bernabéu, porque superé las altas temperaturas en el seco verano madrileño, sin agua y oliendo los sobacos de toda la ciudad, que me rodearon durante horas. Unos más peludos, otros menos, pero todos deseosos de ver al nuevo fichaje del Real Madrid, un tal Kaká.
Cierto es que llegué un poco tarde, a eso de las 18:30. Por eso, buscando el final de la cola terminé rodeando el estadio. Y allí, donde no se diferenciaba el principio del final en tan larga espera, me colé, después de preguntarle a un señor agente -que intentaba despejar la calzada en la calle Rafael Salgado- dónde debía colocarme. No obtuve respuesta, así que seguí mi instinto de supervivencia, mis 'tablas' de paparazzi.
Pero claro, tuve que esperar. La hora se acercaba y una vocecilla que salía del Bernabéu pidiendo precaución en la entrada estuvo a punto de sacarme de mis casillas. ¡Abre la puerta coño! Todo el mundo gritaba el clásico: "¡Hasta los H_ _ _ _S!¡Estamos hasta los H_ _ _ _S!". El ambiente empezó a calentarse. Los sobacos amigos empezaron a discutir entre ellos. Estábamos todos muy juntos, muy sudados, muy deshidratados...
Chavales adolescentes con litronas y hormonas a 1000 km./h., el abuelo con el nieto, la madre con los hijos, la pareja que no tenía nada que hacer y como era gratis se acercó... Era una locura... La vocecilla volvía a sonar, y los sobacos se juntaban más y más, hasta que, como si alguien hubiese descorchado una botella de champán o se hubiese desahogado con una ventosidad... todos los que allí estábamos salimos disparados para ver a Kaká... La imagen era similar a un documental de La2, cuando la manada de elefantes corre pradera arriba para huir de sus depredadores. Así escalamos -no subimos- las escaleras del estadio merengón, haciendo equilibrios, a codazos, patadas...
Y lo conseguí, queridos lectores de Purita, lo conseguí. Cuando por fin posé mi culo en una de tan preciadas localidades, con los pies negros y al borde de la lipotimia, todo lo malo que había pasado se esfumó... Aquella imagen de miles de hormigas entrando al Bernabéu, aquel escenario verde, una gran pantalla recordando los mejores momentos del equipo y presentándonos a Kaká, las nueve Copas de Europa presidiendo el acto y, sobre todo, yo no dejaba de ver hacia aquella especie de pasadizo secreto de color azul que unía los vestuarios con el escenario. Por allí pasaría ni más ni menos que Kaká.
La que también me puso de los nervios fue aquel amago de presentadora que intentó conducir el evento, igual que la de laSexta, que en pleno tapón, en plena entrada al estadio, me metió el micro en la boca. Un poquito de por favor.
A lo que iba. Sabía que merecería la pena, y así fue. La entrada del obispo, el presidente de honor Di Estéfano, increíble. Y luego la de Monseñor Florentino. El estadio se rindió a sus pies, a los cuatro pies. Más tarde -tras oficiarse 'la misa blanca'- llegaría la apoteósis: ¡Kaká! Tan impoluto, de blanco, con su dorsal, el 8, y tan valiente, saludando al público por las esquinas arriesgando su seguridad, y con el himno de José Mercé. Cuánta emoción contenida... Sin comentar nada del niño del polo rojo, el supuestamente elegido por la realización del estadio para ver a Kaká en primera fila. ¡Qué envidia, mocoso!
Lo peor de todo es que aquel sufrimiento me había valido únicamente para escuchar unos minutos de liturgia y unas palabritas del astro. Me pareció muy breve y me frustré cuando comprobé que se había terminado, que me tenía que marchar, que debía pelearme de nuevo con toda aquella gente para meterme en el metro... En fin. Aquí os dejo mi trabajo, espero que os sirva de algo.
P.D.: Cualquier cosa me llamáis al 696 696 6969. Purita 24 horas.
Publicado el 1 de julio de 2009 a las 13:00.