Archivado en: La Roja, Mundial Sudáfrica
España entera sabe ya lo que es ser Campeón del Mundo y cómo se celebra dicho éxito gracias a una generación irrepetible de futbolistas. Con el fútbol de espectáculo por bandera, España desmembró poco a poco a una Holanda que sólo propuso juego sucio y algún que otro contraataque.
Ya lo dijo el pulpo Paul, el Mundial de Sudáfrica lo ganaría España. Aunque costó y mucho. De forma agónica, como no podría ser de otra manera, en la segunda mitad de la prórroga y con un gol de Iniesta. Un tanto que, sin duda pasará a los archivos de la historia futbolística de este país y que veremos repetido cientos de veces.
Sin duda, es el premio a una generación de futbolistas brillante, formada por jugadores de primer orden que, sin embargo, llevaron a gala el respeto al adversario, a pesar de que se lo pusieron difícil, y que vivieron con humildad el éxito cosechado.
Una celebración, que fue multitudinaria y hasta altas horas de la madrugada en las distintas ciudades de España. Una alegría desbordada que dejo claro que el fútbol es un deporte de masas.
Puede que sea un espejismo o quizá algo pasajero, pero el estado de ánimo durante estos días era el de una España feliz, una nación eufórica y radiante que por un momento apartó sus problemas y dejo de pensar en la crisis económica y en tiempos mejores para acompañar a los jugadores en la celebración de esta victoria. Y es que el mayor título de la historia del deporte español tuvo un recibimiento de altura. El festejo de un triunfo que ha unido a millones de personas.
Ahora solo espero que aquellos que durante estos días han vestido y mostrado la bandera española con orgullo lo sigan haciendo en el futuro. Que por fin, la bandera española deje de ser un elemento de distorsión en la convivencia de este país.
Publicado el 16 de julio de 2010 a las 12:15.