¿Estamos locos?
Nunca he sido partidaria de lo del ojo por ojo y de que cada uno pueda tomarse la justicia por su mano, ahora bien ese chaval, el tal Emilio Gutiérrez, el hombre que ha tenido que dejar Lazkano tras romper con una maza los cristales de una herriko taberna después de que ETA le pusiera una bomba y le destrozara el piso, le “echo un par… de narices”, que suena mejor y no hace daño a los oídos. Hizo lo que muchos ciudadanos del país vasco quisieran y no se atreven a hacer, convirtiendo su particular acto vandálico en un símbolo de lucha contra el terrorismo. No es defendible, pero si comprensible y de aplauso. Algo falla en la legislación si a este hombre se le condena por este acto. Emilio ha dado un paso admirable que nadie antes se había atrevido a dar y lo triste de esta historia es que este acto va a tener graves repersusiones para él.
Por otro lado, en Valencia, se esta juzgando al padre de una de las niñas desaparecidas en Alcocer por delitos de injurias y calumnias. Algo también falla en la legislación, para que esta persona sea acusada con 16 años de prisión. Y es que es una condena excesiva si partimos de la idea de que era el padre de una victima asesinada. No se puede pedir la misma pena por una persona que llevada por el dolor vertió acusaciones contra algunas personas e instituciones que a un asesino que mata a una persona ¿Estamos locos?
La relación entre crimen y castigo resulta desproporcionada en nuestro país. Especialmente si luego esas penas se ven reducidas de forma significativa en su cumplimiento. Nada tiene sentido. Y mientras, nos entretenemos en todo esto, sigue aumentando la cola del paro, bajando los ingresos y subiendo el número de morosos.
Publicado el 2 de marzo de 2009 a las 12:30.