Tras la tempestad no viene la calma
Como si una obra de teatro se tratara, Catalunya ha vivido el temporal de nieve en diferentes actos: a la sorpresa y alegría ante los primeros copos de nieve le siguió la preocupación sobre cómo afrontar el caos total que se impuso en casi toda la comunidad. Hoy, cuando el sol ya está derritiendo el manto de nieve que cubría ayer hasta la arena de la playa, los ánimos siguen encendidos y bien caldeados.
Que ciudades como Barcelona no tengan medios para afrontar una situación meteorológica como la de ayer es comprensible. Esto no es Berlín, así que no estamos ni educados ni acostumbrados a seguir ciertos protocolos cuando la Rambla parece un paisaje sacado de los Pirineos. Mientras nuestros vecinos europeos del norte ya saben cuándo no hay que ir a trabajar, ni llevar los niños al colegio, ni coger el coche, aquí vamos en tropel al centro y convertimos nuestra capital en una ratonera.¿Cómo íbamos a saberlo? Estábamos avisados, avisadísimos de que algo pasaría, pero, ¿alguien pensó, coordinó, gestionó, tomó decisiones e informó de cómo actuar a los ciudadanos?
En pocas palabras, ¿hizo el Gobierno su trabajo?
Ah, el Govern, claro, estamos hablando de los mismos que durante todo el temporal escondieron la cabeza en su particular iglú, y sólo salieron a las diez de la noche –¡¡después un día entero de caos y silencio absoluto!!–para aportar una valiosa información: que nos encontrábamos en una “situación sin precedentes”. La respuesta de hoy es aun más desesperante: que la (nula) información que dieron es “mejorable”, que deben explicar las cosas a los ciudadanos más “pedagógicamente” y que quizás sus previsiones no fueron “muy acertadas”. No saben qué suerte tienen el señor Montilla y el señor Saura de que hoy haya salido el sol, no tienen ni idea de qué hubiera significado otro día de temporal.
Publicado el 9 de marzo de 2010 a las 15:30.