Archivado en: sagrera, renfe, red ferroviaria
La Sagrera empieza a respirar tranquila, y el alcalde Jordi Hereu, también. El proyecto estrella de su mandato ya tiene financiación, una noticia que el Ayuntamiento esperaba desde hace meses. Y no es para menos. La construcción de esta gran estación central es el proyecto urbanístico más importante para la ciudad de Barcelona desde los Juegos y el Fòrum; sin embargo, esta operación lleva casi 20 años moldeándose y, cuando hace unos años -estamos hablando del 2002-, la administración municipal la presentó como la solución de todos los males, surgió la problemática: que cristalizara un acuerdo a tres bandas entre los gobiernos implicados. Y la perdiz se ha ido mareando hasta esta semana, como una patata caliente que cada administración lanzaba hacia la otra para escurrir el bulto. El problema era cómo abordar en un momento de profunda crisis en el sector inmobiliario una gigantesca obra pública que debía ser financiada en un 62% por la liberación de terrenos para construir viviendas, oficinas y otros equipamientos. La solución parte de que Fomento complete el coste de la Sagrera con fondos del Estatut. Hasta llegar a ella, Hereu ha pasado su particular calvario para lograr arrancar un compromiso de la entonces titular de Infraestructuras, Magdalena Álvarez. La ministra tenía atravesada la Ciudad Condal tras el fiasco de la llegada del AVE.
Más allá de la política, el desbloqueo de este proyecto es una excelente noticia en un momento en el que la obra pública debe activarse al máximo para combatir las preocupantes cifras de desempleo. Pero además, la macroestación intermodal –donde llegarán, además del AVE, los trenes Cercanías y las líneas L-4 y L-9 de metro– significa mucho más para la ciudad. Será el nudo ferroviario vital que enlace Barcelona con Europa.
Publicado el 21 de mayo de 2009 a las 18:15.