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Escuchar a Zapatero justificarse ante el Congreso sobre la actuación del Gobierno ante caos aeroportuario que se creó el pasado viernes produce la misma sensación de esceptismo que oir a los líderes sindicales de los controladores reconocer que actuaron de forma salvaje e imprudente. Nada suena creíble ni consolador. La situación que se vivió al incio del puente puso en el campo de batalla a Gobierno y controladores. Sin embargo, la víctima y único perdedor de esta confrontación fue el usuario. Al Gobierno hay que recriminarle que, teniendo información de primera mano sobre la intención de plantarse de los controladores, ¿por qué no idearon un plan para evitar el desastre? En definitiva, la actuación de Blanco debe medirse por las consecuencias que ocasionó la huelga, y lo cierto es que no pudieron evitar el caos. Era y es su responsabilidad.
En cuanto a los controladores, son terribles las declaraciones que están haciendo los líderes estos días. Vienen a decir que “perdieron el control”, que “no hay justificación” y que su actuación “es un fracaso del colectivo”. Al parecer, no pensaron, simplemente explotaron. Ante un sector que es capaz de perder los papeles de esta manera hay que ponerse manos a la obra para lo que nos puede venir cuando se empiece a privatizar los aeropuertos, Aena y las torres de control. ¿Qué harán cuando se les obligue a desplazarse porque habrá otros proveedores que harán el mismo trabajo con una tercera parte de su sueldo? Es aquí donde el Gobierno debe trabajar para que los ciudadanos, bajo la incertidumbre de lo que harán unos cientos de privilegiados, puedan decidir libremente si viajan. Como coletilla, recordar que algo que ha salido repetidamente en este mismo espacio. Tenemos un estupendo derecho a la huelga, pero, ¿para cuándo una ley de huelga?
Publicado el 9 de diciembre de 2010 a las 19:15.