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Las incógnitas en torno a la gestión del incendio de Horta de Sant Joan (Terra Alta), que arrasó 1.150 hectáreas en verano y acabó con la vida de cinco bomberos, siguen echando chispas. Estos últimos días se han conocido nuevos datos que seguramente han hecho sonrojar los altos cargos de las consellerias implicadas, como que se dio por bueno un informe sobre el origen del fuego no validado por los investigadores. Más allá de la cuestionable comunicación del Govern, son las nuevas informaciones sobre lo que pasó ‘in situ’ en el momento de la tragedia lo que resulta más preocupante.
Porque ahora sabemos que el conocimiento de que las llamas podían poner en situación de riesgo a los Graf se tuvo unos 40 minutos antes del incidente. Y que cuando el único superviviente del Graf de Lleida realizó sus llamadas de auxilio, su demanda cayó en saco roto porque el máximo responsable del centro había decidido acudir al rescate de las personas que se encontraban en una masía amenazada por las llamas. Por lo tanto, no estaba por la labor de dar las instrucciones que se le pedían.
Así lo explicó el conseller de Interior de la Generalitat, Joan Saura, en una entrevista radiofónica. El conseller afirmó que, a pesar de que el máximo responsable de la operación de extinción sobre el terreno no respondiera, el operativo siempre tuvo una dirección y un mando y dio por rechazadas así las acusaciones de descoordinación. Sin embargo, en este implecable operativo trabajaron tres mandos que fueron destituidos tres meses después y reubicados en cargos de menor rango sin justificación aparente.
Es la misma técnica que está usando el Govern con todo este suceso: apagar las primeras llamas sin terminar de extingir el incendio.
Publicado el 21 de enero de 2010 a las 19:30.