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En el sector empresarial, la herramienta más común para afrontar esta crisis es la drástica reducción de gastos, sobre todo teniendo en cuenta que los ingresos se han visto reducidos muy por debajo de las peores previsiones. Vamos a imaginar que el Gobierno es una empresa. Repasando los números vemos que durante el primer semestre del año ha registrado un déficit de 38.607 millones de euros hasta junio. En términos de Contabilidad Nacional esto significa el 3,64% del PIB. El mismo periodo del año anterior nos enfrentábamos al déficit de 4.600 millones de euros, así que hemos incrementado por nueve esta cifra. Es más, el déficit acumulado hasta junio duplica el obtenido hasta mayo, mes en el que el saldo negativo del Estado fue de 19.543 millones de euros. De esta manera, tenemos a esta “empresa” que se ha gastado mucho, muchísimo más de lo que ha ingresado. La primera medida que se impone, sin duda, es la austeridad en los gastos. De la misma manera que empleados, gerentes,empresarios, mandos intermedios, autónomos, etc., han hecho una revisión de su sueldo a la baja, el Gobierno debe hacer los mismo con sus trabajadores.
Porque el ajuste del déficit no ha de venir de la mano de un incremento de impuestos o de la reducción de la inversión pública, sino de una fuerte contención de los gastos de personal y de funcionamiento de la administración, tal y como han apuntado diversas voces, la más reciente la del presidente de la Cámara de Comercio de Barcelona, Miquel Valls. Por responsabilidad, es necesario que se congele el salario y la plantilla del funcionariado, así como reducir el número de altos cargos del Gobierno para poder paliar el déficit generado por la crisis en los presupuestos generales del próximo año.
Publicado el 30 de julio de 2009 a las 20:45.