Desde que se produjo la catástrofe natural en Japón, he oído de forma repetida una observación sobre la sociedad nipona que, sin duda, invita a la reflexión cuando entramos en comparaciones. Todo elmundo se ha dado cuenta del civilizado comportamiento de las víctimas del terremoto. Quizás las cámaras no han captado las escenas más violentas, pero lo que nos llega, tanto desde los medios como desde los testimonios in situ, es que a pesar del desastre, los japoneses están actuando de forma educada y paciente en una situación que cuando se ha dado en otros países ha imperado el caos, el pánico y la violencia.
¿Cómo han conseguido esta disciplina, se preguntanmuchos? Partiendo de la base que la sociedad occidental no comparte los mismos pilares básicos que la oriental en cuanto a la filosofía de la convivencia, hay que señalar que la extremada educación de los japoneses está fuertemente arraigado a su cultura. El cónsol general del Japón en España, Hidehiro Tsubaki, lo explicaba así estos días: en un país de 377.000 km2, (130.000 menos que España) donde viven 126 millones de personas (casi el triple que aquí), no queda más remedio que ser educado, apuntaba. Y desde la infancia, los niños japoneses son educados para ser pacientes y no molestar al prójimo. Sólo esta extremada educación permite la gestión civilizada de una situación tan sensible y terrible como la que están viviendo.
La pregunta que todos nos hacemos es: ¿Cómo nos comportaríamos si esto sucediera aquí? La respuesta no es muy esperanzadora, teniendo en cuenta que hace años que nos quejamos del déficit de educación que sufre España. Justamente ahora, los records de audiencia de la nueva entrega de Torrente, a quien muchos definen como el espejo de la sociedad española, han desatado de nuevo el debate sobre el nivel cultural del país. Y los críticos se preguntan cómo millones de ciudadanos se ríen a carcajadas con este ídolo de masas que no deja de ser un individuo machista, misógino, grosero, pedorro, mentiroso, soez, racista, facha y putero, acompañado por un elenco de frikis a cual más deplorable. Sin duda, Santiago Segura ha demostrado una penetrante intuición a la hora de captar la psicología colectiva de este país. Y con su éxito pone en evidencia que nuestro sistema educativo es de una calidad tal que a un altísimo y sorprendente número de ciudadanos, lo que realmente les seduce y les hace desternillar de risa es la vulgaridad, la grosería y las figuras consagradas de la telebasura.
Publicado el 18 de marzo de 2011 a las 09:00.