La capacidad del Tribunal Constitucional, a juicio
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Más allá de la ideología, color político o lugar de procedencia, más allá del propio posicionamiento o opinión sobre el Estatut de Catalunya, la pregunta que la mayoría nos estamos haciendo es cómo puede ser que una sentencia se alargue cuatro años. Ha sido uno de los temas más tratados en las columnas de opinión del fin de semana en todo el país. Es tan incomprensible que hay respuestas para todo, pero en general es la (in)capacidad del Tribunal Constitucional la que centra actualmente el debate.
El catedrático de Derecho Constitucional José Antonio González publica:
"Pero todo parece indicar que a los partidos en juego les interesa, por un motivo u otro que la sentencia se congele. Que se dicte en el seno de un Tribunal Constitucional al fin renovado, después de un nuevo estudio y un posterior debate que, begin the beguine, puede durar hasta más allá del 2012. Rajoy cree que entonces ya será presidente del Gobierno, según las encuestas actuales y pese a la corrupción generalizada a su partido. Para mí, esta congelación supondría todo el contrario: una putrefacción. Lo que está putrefacto es lo que está corrupto".
Siguiendo con la incapacidad de decisión deltribunal, Jesús Maraña escribe:
"Llegados a este punto, si PSOE y PP no son capaces de acordar la renovación del tribunal, cabría al menos que un resto de dignidad llevara a esos cuatro magistrados a plantearse la dimisión, dada su evidente falta de legitimidad."
El periodista Lluís Foix se expresa en las siguientes palabras:
"El problema principal no es el Estatut de Catalunya sino el mismo Tribunal Constitucional o, dicho de otra manera, el problema está en los dos grandes partidos, socialistas y populares, que no han conseguido renovar a un magistrado fallecido ni a otros cuatro cuyo mandato ha caducado."
La editorial de El País es más contundente:
"El actual tribunal ha sido incapaz de realizar su tarea. La sentencia debe redactarla un nuevo cuerpo de magistrados con plenitud de facultades y de prestigio, y sin interferir en el proceso electoral catalán que se abrirá en los próximos meses. Y si el Parlamento tampoco es capaz de estar a la altura de las circunstancias, los actuales magistrados tienen un método para forzarle a ello: la dimisión."
El apunte más ingenioso y a la vez terrible porque no estamos hablando de arreglar una cañería, lo lanza el periodista Toni Soler:
"Si a un profesional le encargan un trabajo y no es capaz de terminarlo al cabo de cuatro años, se trata de un inepto, o un gandul, o un enemigo. "
Publicado el 19 de abril de 2010 a las 13:30.