Tenemos muchas preguntas para usted
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Creo firmemente en que el cara a cara entre políticos y ciudadanos es una de las maneras más válidas para que los primeros se den cuenta de cómo impactan sus mensajes en los segundos. Hasta la llegada de las nuevas tecnologías, la política se basaba casi exclusivamente en la comunicación de masas. Los ciudadanos recibían los mensajes de los políticos pasivamente, pues no podían reaccionar o contestar.
Con la llegada de la televisión y sobretodo de internet llega también la segmentación, y la posibilidad de abrir debates entre ambos. Y desde luego, ¡son tan reveladores! El reciente programa "Tinc una pregunta per a vostè" es un claro ejemplo. En el debate, los participantes acribillaron al presidente Montilla en cuestiones políticas sociales, el paro o la atención médica. Uno de los momentos más tensos fue cuando una discapacitada le increpó por no cumplir con las ayudas a la dependencia. Por su parte, la popular Sánchez -Camacho, fue cuestionada en temas de familia y homosexualidad. En la segunda ronda, Artur Mas y Puigcercós fueron cuestionados sobre un posible pacto con el PP o sobre si apoyaban la independencia.
Estos debates son, quizás, las únicas ocasiones en que los cabezas de lista se han tenido que enfrentar directamente a las preguntas de los ciudadanos. Y teniendo en cuenta los temas tratados, si de algo se tienen que dar cuenta los políticos es que sus mensajes desde lo alto del púlpito no calan. Con sus preguntas, los participantes de los debates demuestran que la comunicación unidireccional no funciona, que no se les entiende. Que solo ante una pregunta directa los ciudadanos obtenemos respuestas medianamente clarificadoras. Por eso es extraño que los jefes de campaña no impulsen más una comunicación política interactiva y participativa. ¿Por qué les cuesta tanto dialogar con aquellos a los que pretenden “servir”?
Publicado el 11 de noviembre de 2010 a las 19:45.