El precio de no votar
Este domingo, 375 millones de europeos están convocados a las urnas. Si en abril, el porcentaje de ciudadanos que afirmaban con seguridad que irán a votar era del 34%, la última encuesta del eurobarómetro indica que la cifra ha subido al 49%. Las razones invocadas para no ir a votar son la falta de información (62%) y la sensación que el voto no cambiará nada (61%). Que los ciudadanos no estén -o tengan la percepción- de no estar informados sobre el Parlamento europeo no debería dejar indiferente a nadie. El poder del PE va en aumento. Y, cada vez más, sus decisiones afectan a la vida particular de los ciudadanos. Y, lo que es más importante, a pesar de una mayoría de centro-derecha, se han podido obtener victorias progresistas. Por ejemplo, la directiva Bolkenstein sobre los servicios, el reglamento Reach sobre los productos químicos o la oposición a las 65 horas laborales. Este aumento de poder será aún más efectivo si el Tratado de Lisboa sigue adelante. Entonces, el Parlamento decidirá, prácticamente en igualdad con el consejo de los jefes de gobierno, sobre todas las materias legislativas y presupuestarias de la Unión. Además, podrá incidir en materias como la agricultura, la pesca, la migración legal, el espacio y los deportes. Por todos estos motivos, los ciudadanos tienen que tener en cuenta que el acto de votar este domingo es tan o más importante que el de unas elecciones locales, autonómicas o nacionales.
Europa se enfrenta a unos comicios en plena crisis económica, donde se preve un decrecimiento del 4% y la pérdida de 8,5 millones de empleos entre este año y el próximo. El PE debe presionar por una respuesta económica coordinada y urgir a la Comisión para que acelere los procesos de regulación financiera. Una abstención elevada podría limitar el poder de actuación de sus miembros, y esto no beneficiaría a nadie.
Publicado el 4 de junio de 2009 a las 19:00.