¡Yo soy español, español, español!
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Este ha sido uno de los cánticos más coreados durante el Mundial de Sudáfrica y, sobre todo, el himno nacional durante la fiesta que ha tenido lugar en todo el país para celebrar la primera Copa del Mundo que España ha conseguido en el deporte más popular dentro de sus fronteras. Las tres palabras que constituyen esta frase contienen un mensaje inimaginable hace poco más de un mes. El triunfo futbolístico ha conseguido un sentimiento de nación que los políticos jamás han logrado, una sensación de igualdad emotiva con independencia de que usted resida en Cataluña, el País Vasco, Galicia o cualquier otra región con intenciones nacionalistas y separatistas.
Durante muchos años, las nuevas generaciones han realizado una asociación ridícula entre portar un símbolo con los colores o el escudo de España y el significado 'facha', fascista o reaccionario que esto supuestamente conlleva. Las equívocas huellas de la Guerra Civil y la posterior democracia española, que todavía no ha cumplido medio siglo, han generado una sensación extraña en torno a la identificación con el país, la nación o todo lo que implique una exaltación del territorio nacional.
Aunque parezca simplemente un movimiento ocioso, una excusa perfecta para la fiesta colectiva, el deporte supone un reflejo de nuestra propia actitud vital y conlleva todo lo que aplicamos a nuestra cotidianeidad, más allá de que sea un negocio excesivo o los jugadores sean más ricos de lo debido. Millones de personas se han identificado con la hazaña de sus compatriotas, con el comportamiento manifestado por estos profesionales y los ciudadanos españoles transmiten ahora un enérgico orgullo por haber nacido en estas fronteras. Además, han generado un movimiento mágico que ha unido al país como si de una sola persona se tratase.
¿Cuánto durará este sentimiento? ¿Será flor de un día o este Mundial ha conseguido un logro que nada ni nadie había pretendido ni obtenido en toda nuestra historia? Si tomamos como ejemplo la filosofía personal y profesional de la selección española de fútbol, quizá consigamos otra Copa del Mundo: una convivencia en armonía. ¡A por ella, oe, a por ella, oe!
Marcos Blanco
marcos@gentedigital.es
Publicado el 12 de julio de 2010 a las 14:45.