'Nadie sabe nada de gatos persas' o la censura musical en Irán
"A los ojos del Islam, la música ('ghéna') es impura, porque produce alegría y gozo. Oír cantar a una mujer se considera pecado, por las emociones que despierta... En Irán, en los últimos 30 años, cierta música, y en concreto la música occidental, ha sido prácticamente prohibida por las autoridades, y se ha visto forzada a ocultarse en el subsuelo. ¡Tiene que ser nterpretada y oída en el subsuelo! Pero, aunque haya tenido que ocultarse, la música no ha desaparecido por completo". Bahman Gobahdi reflexiona sobre esta sorprendente situación en pleno siglo XXI con un atrevimiento envidiable. El cineasta kurdo-iraní se ha atrevido a mostrar la censura musical impuesta por Ahmedineyad en 'Nadie sabe nada de los gatos persas', filme que llega a las salas españoles el 16 de abril. (ver tráiler)
Determinados regímenes políticos y naciones con una fuerte presencia religiosa ponen en entredicho la libertad musical, aunque casi todo el arte iraní vive en la clandestinidad, en pleno siglo XXI. Para muestra, un botón: Irán. 'Nadie sabe nada de gatos persas' cuenta la historia, verídica, de Ashkan y Negar (nombres reales de dos músicos). Ambos son invitados a un festival en Londres, pero carecen de una banda y de visados para abandonar el país. Con la ayuda de Nader (Hamed Behdad), un productor musical, tratan de eludir a las autoridades y buscan músicos por Teherán. Debido a la censura existente en Irán, deben hacerlo en la clandestinidad. Los tres van descubriendo sonidos supuestamente 'impuros', del rap al heavy metal, a través de diálogos con diferentes músicos. Según el director de 'Nadie sabe nada de gatos persas', "hay más de 3.000 bandas en Irán, gran parte actuando clandestinamente". Así de cierto. Así de duro.
Debido a la prohibición de salir a la calle con perros o gatos y al gran valor que se le da a los gatos persas, Ghobadi ha hecho una metáfora relacionando la citada imposición con la situación de abandono que poseen los músicos y, en general, los artistas dentro de Irán. De hecho, para el cineasta, que firmó 'Las tortugas también vuelan', la consecución de permisos para filmar fuera del país se convierte en una pesadilla, ha estado en la cárcel por haber criticado al presidente Mahmud Ahmadineyad y asegura que "el 90% del arte producido en Irán es clandestino, tanto en la literatura, como en la música o la pintura". Vergonzoso. Por lo tanto, la mayoría de los iraníes no tienen la posibilidad de conocer ni apreciar el arte sonoro de gente como Hichkas, que participa en la banda sonora del filme.
Publicado el 8 de abril de 2010 a las 10:00.