La protesta dominical del 19-F
EL domingo 19-F, cuando Mariano Rajoy saboreaba las mieles de su renovado triunfo como presidente del PP, las calles de 57 ciudades se llenaban de manifestaciones contra la reforma laboral más atrevida de estos 35 años de democracia, reforma que Rajoy considera “justa porque es la que esperaban los más de 5 millones de parados”. El presidente lo tiene claro y defiende contra viento y marea ‘su ley’ y da la impresión de que va a ceder muy poco en el trámite parlamentario. Las palabras de su número 2 en el PP, la omnipresente María Dolores de Cospedal, de que el PP obtuvo en las urnas un respaldo mucho más mayoritario que el logrado por los sindicatos el 19 de febrero es un claro síntoma de que la reforma laboral irá viento en popa y ‘sufrirá’ pocos retoques. Y es que los 186 diputados y 10.830.693 votos recibidos el 20-N son para el PP un aval más que suficiente para seguir el camino reformista que siempre pregonó en la oposición.
Se puede decir que el ‘puslso’ Gobierno-sindicatos quedó en tablas. Da la impresión de que o los sindicatos no han logrado transmitir a los trabajadores la voracidad de dicha reforma o que hay un amplio sector de trabajadores que están hartos de ‘historias’ y lo que quieren es trabajar, aunque para ello tengan que dar un amplio margen de confianza a un Gobierno de una tendencia ideológica en principio distante de la clase trabajadora. No sé cuántos trabajadores se manifestaron el 19-F en las 57 ciudades, pero si tomamos como termómetro León se logró una manifestación de las que hace años no se veían, aunque no por ello se puede hablar de éxito rotundo. Dicen los organizadores que hubo cerca de 20.000 manifestantes, mientras la Policía lo rebaja a entre 8.000 y 10.000 personas, siendo esta última cifra la que parece que más se acerca a la realidad, cabe la pregunta: ¿Dónde estaban el resto de parados leoneses hasta los 42. 369 que había registrados el 31 de enero de este año? Era domingo, hacía bueno y apetecían más otras muchas cosas antes que sumarse a la protesta. Se perdió una ocasión de oro para plantar cara al Gobierno en la calle, donde siempre lo han hecho los trabajadores y donde se consiguieron tantos avances sociales,o al menos para dar un toque de atención para que el Gobierno vea la que se le viene encima si no negocia. Los sindicatos, por su parte, dicen que las manifestaciones fueron un éxito y que forman parte de una estrategia escalonada de protestas. Mientras, la reforma laboral camina imparable y no quedará otra que confiar en que no se confirmen los extremos más duros donde muchos intuyen que el despido libre cabalgará a sus anchas. La clave estará en la aplicación de la reforma; unos ven despidos masivos y bajadas de sueldos; otros, creación de empleo y mantenimiento del Estado del Bienestar. Si triunfa lo primero, no quedará otro remedio que volver a luchar por la reconquista de los derechos perdidos... Y eso sí que sería muy grave.
Publicado el 24 de febrero de 2012 a las 10:00.