El espectáculo de la fusión
El sábado 5 de junio, las Asambleas de Caja España y Caja Duero dieron el ‘sí’ definitivo al proyecto de fusión. Habían sido meses de duras negociaciones, se habían caído cuatro Cajas en tan largo proceso (Caja de Burgos, Caja Círculo de Burgos, Caja de Ávila y Caja de Segovia), pero al final se había conseguido un “músculo financiero” importante, aunque no el deseado. Tordesillas fue el punto de encuentro de Caja España y Caja Duero y allí se fueron negociando tema a tema para que ni León ni Salamanca se sintieran perjudicadas. Vamos, buscaban un reparto equitativo del poder. Así se llegó al pacto de que León tendría la sede social con el presidente y dos directores generales adjuntos, además de la sede del Consejo de Administración y de la Asamblea. Salamanca tendría la sede ejecutiva y una Dirección General Adjunta. Al presidente lo propondría Caja España y al director general Caja Duero. Rápidamente se formó el organigrama ejecutivo con Lucas Hernández de director general (lo era de Caja Duero y hubo que adaptar la ley porque tenía que jubilarse); Arturo Jiménez (Caja Duero), para la Dirección General Adjunta Financiera; y Javier Ajenjo para la Direción General Adjunta de Negocios y Medios y José Manuel Fernández Corral para la Dirección General Adjunta Institucional (estos dos últimos de Caja España). Siguiendo el esquema de Caja Duero, se daba por hecho que el presidente de la transición sería Santos Llamas y que la fusión iría viento en popa empezando ya en julio la campaña de lanzamiento de los productos de la nueva Caja, tras el inicial ‘Llámanos futuro’. cuando seguimos en el peor pasado imaginable.
El 2 de julio el Consejo de Caja España debatió la propuesta de un presidente... y el consenso de antaño se transformó en guerra abierta. Se suponía que pasaba algo raro por la tardanza en la propuesta de presidente y en el visto bueno de la Junta, pero no se esperaba tanta polémica. Al final, Santos Llamas salió como candidato a presidente en una ajustada votación: 9 votos a favor, siete en contra y una abstención. Se esperaba que la Junta diera el visto bueno rápido y el 9 de julio firmar el documento decisivo de fusión y constituir los nuevos órganos de gobierno. Qué va. Por medio llegó la Ley de Cajas de Zapatero y la Junta aprovechó para adaptarla antes de dar el visto bueno aprovechando que la ley nacional ‘vetaba’ a políticos y a empresarios con intereses en las Cajas. Era la forma perfecta de cargarse a Santos Llamas y evitar la polémica. Con lo fácil que hubiera sido haber puesto en marcha la nueva Caja con los parámetros acordados y después de las elecciones de mayo de 2011 -o al comienzo del año o cuando se considerase oportuno- adaptarse a la ley, se ha optado por protagonizar un lamentable espectáculo. Toda la politización que quiere evitar la ley es ahora lo que prima. La nueva Caja es una empresa y quizá note en sus cuentas tanto navajazo. Parece que habrá presidente de transición mientras se pacta el ‘bueno’.
Publicado el 17 de septiembre de 2010 a las 10:00.