El mensaje del 7-J
Las urnas dictaron ya su sentencia. Pero como pasa siempre todos buscan una lectura ganadora. Unos, porque han sacado más europarlamentarios; otros, porque a pesar de la crisis y de la candidatura de la ex socialista Rosa Díez han aguantado bien el chaparrón, y el resto porque o mantienen su estatus o se incorporan por primera vez al Parlamento Europeo. Lo cierto es que el PP ha superado en escaños al PSOE -23-21-. Es la primera victoria de Rajoy en el cuerpo a cuerpo que libra con Zapatero desde marzo de 2004. Es un dato real, pero no debe extrapolarse más allá de lo que son unas elecciones europeas. Ni López Aguilar ni Mayor Oreja son primeros espadas de PSOE y PP, ni se está decidiendo una forma de hacer política en España. Al final, el PSOE ha salvado los muebles y la crítica feroz del PP no ha logrado dejar KO al Gobierno de ZP. Pero Rajoy se ha envalentonado y ya habla de una pronta llegada al Gobierno. Quizá ése no sea el mensaje del 7-J, ya que hay unos 8 millones de españoles que no han ido a votar y nadie sabe de qué lado están. En plena crisis, otra convocatoria electoral sería un desastre, no sólo por el derroche que supondría sino también porque supondría admitir un sistema electoral donde cada covocatoria tendría una repercusión inmediata en la política nacional. EL PSOE logró una mayoría clara en las elecciones de 2008, pero su decisión de apostar por un pacto con el PP en el País Vasco le ha dejado en minoría en el Parlamento español. Ahora tendrá que recapacitar para asegurarse pactos y quizá aparcar polémicas con la ampliación de la ley del aborto.
En León, el PP recuperó el trono, pero con pólvora ajena; no estaba en juego la gestión provincial. Tampoco el voto de castigo ha sido espectacular. El 7-J es un toque de atención al PSOE y un tranquilizante para el PP. Los primeros tendrán que ponerse las pilas y el PP saber administrar la victoria no vaya a ser que termine volviéndose en contra. El 7-J han votado los que votaron, la abstención ha sido de casi el 55% y ni se ha apreciado un voto de castigo al Gobierno en un país con tres millones y medio de parados, ni tampoco un aplauso a cómo ha gestionado la crisis económica. Unas elecciones europeas no movilizan al electorado, a parte de que la victoria no ha sido muy holgada. Si estamos en un cambio de ciclo lo dirán los próximos meses. Pero intentar llegar al Gobierno buscando atajos no es la solución. Los dos partidos mayoritarios tienen que cambiar su estrategia no en busca de mantenerse o de llegar a La Moncloa, sino en función de lo que necesita el país. Y ahora lo que se necesita es juntar esfuerzos para salir de la crisis. Seguro que el ciudadano sabe valorar quién sabe encauzar mejor el futuro de España. Los triunfalismos no conducen a ningura parte.
Publicado el 8 de junio de 2009 a las 10:30.