Cuatro mujeres, un cruel destino
EL ‘caso Carrasco’ va llegando a su final. El contundente fallo del Tribunal Supremo deja pocas esperanzas para que triunfe alguna ‘medida de gracia’ prevista en la legislación española como el indulto por parte del Gobierno o el recurso ante el Tribunal Constitucional.
Se pone así fin a una brutal historia con cuatro mujeres como protagonistas y un destino tan cruel como la muerte a tiros en el caso de Isabel Carrasco y la cárcel para la asesina Montserrat González (22 años) y sus cómplices su hija Triana (20 años de prisión) y la policía local Raquel Gago (triplicano la pena inicial de la Audiemcia de 5 años hasta los14 años de cárcel del TS).
Los abogados defensores no han logrado convencer ni al jurado primero ni a los tribunales después (Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León y Tribunal Supremo) de que la única culpable del asesinato de Isabel Carrasco es Montserrat González, que se confesó autora de los disparos y que nunca se arrepintió -“era mi hija o ella y por eso la maté”-, que su hija Triana no sabía nada y que al llamarla su madre y ver que tiró algo en un garaje pensó que era la pistola de su padre -entonces comisario de Astorga- y por eso la recogió y al encontrarse con su amiga Raquel Gago la escondió en su coche para luego ir a buscarla. Tampoco el abogado de la policía local logró demostrar que su defendida no tenía nada que ver y que fue una fatal coincidencia.
El argumento principal de Montserrat González para planificar el asesinato de Carrasco fue el estado depresivo de su hija por la persecución de la presidenta de la Diputación, que no sólo la ‘echó’ del Palacio de los Guzmanes sino que la ‘segaba’ cualquier posibilidad de progresión laboral y política que la surgía. Puede llegar a entenderse que una madre se plantee ‘hacer su justicia’, pero es menos entendible que en su brutal venganza implique a su propia hija y a una amiga de ésta, que están a la cárcel igual que ella y a las que ha arruinado la vida . Sólo ellas sabrán si en ese café una hora antes del crimen planificaron con precisión el asesinato de Carrasco, la posterior huida y el encubrimiento o si era una cita habitual de amigas. Montserrat reconoció que siguió varias veces a Carrasco y que no la mató porque no pudo disparar. Triana y Raquel dicen no saber nada de esos planes tan macabros.
Si no estaban al corriente, vaya fatal coincidencia. Pero si lo estaban fue un plan muy chapucero plagado de errores. El triste final es: 22, 20 y 14 años de cárcel; un destino cruel para una singular historia de odio donde Triana hasta ‘contó’ la propuesta deshonesta de la fallecida...
Publicado el 23 de diciembre de 2016 a las 09:30.
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