SALAMANCA´1955 (bis)
Francisco Iglesias Carreño* Del Instituto de Estudios Zamoranos Florián D´Ocampo
Es posible que a estas alturas de la realidad circundante, en este nuestro entorno, ¡nuestro flexible entorno!, ya el neorrealismo haya dejado de ser, hace tiempo, el puerto/meta/cima al que llegar y quedara un tanto superado por la vivacidad escénica de lo cotidiano.
Quien lo habría de decir que ahora ya, ¡pero ya!, las ideologías apenas son el crepúsculo y quedan a(des)mano de los telécratas que, de forma comercial y polichin(el)esca, se esfuerzan a favor de quienes lucen sus botonaduras, galonadas a través de los enlaces de los consejos de administración [ la versión más próxima al derecho de propiedad de los romanos (¿no es así?), que era la matriz del imperio], que se ventila en encuentros de circuitos cerrados (¡incluso muy cerrados!).
Lo bueno de volver, otra vez, a Salamanca es, en principio, que se vuelve y que, desde aquel entonces de 1955, hemos, entre todos, superado las realidades pasadas, incluso estamos de vuelta (¿se puede decir de tuerca?) de una serie de iconos, ¡ que fueron cuasi sagrados ! , hoy en claro transito a la liquidación por derribo/desguace/desasistimiento.
Lo circundante tiene alta complejidad (¡díganselo a cualquiera que, después del Tío Alberto, maneje el asuntillo de las ondas gravitacionales!), y los aparejamientos de las posibilidades estáticas y dinámicas, sitúan los aconteceres en aspectos integrales que van más allá de lo: escuetamente político, recurrentemente social, conformante intelectual, objetivamente estético y categóricamente industrial.
Es obvio que se puede ir desde Salamanca(1955) a Las Hurdes(1932) acortando por La Vía Dalmacia, pisando el terreno, pero también en una extremal fermatiana que nos ilumine de forma análoga y que recuerde (¡ponga en memoria!) el otro camino. Si ya pasamos del neorrealismo, quemadas las naves de los iconos que parecían inmutables, dando pasos temporalmente agigantados en muy cortos espacios, suprimiendo fronteras,… y aún nuestro derredor se encuentra en desbarajuste contingencial. Algo de lo que presumimos para hogaño no tenía bien ajustadas las condiciones previas de conformación, haciendo decaer el modelo/previsión/norma, lo que impone otro ambiente y en todo caso, en el mejor de los supuestos, dotar nuevamente al anterior proveyéndolo de aditamentos más atemporales y (pro)técnicos que le den persistencia.
La disculpa del volver a Salamanca (después de 61 años), ya no puede quedar al pairo de su infravaloración subsiguiente (¿acaso no se hizo?) y debe ser, por el contrario, manantial instrumental, con recurrencia, del nuevo proceder, en aras de su (¿anhelada?) persistencia.
Ya aquello de: “el que quiera saber que vaya a Salamanca”, hasta lo podemos poner, desde los afamados previos medievales y modernistas, otra vez en marcha. Seguro que se podrá hacer.
Fíjense que hoy no les he hablado de cine, pero para los idus de marzo, que puede haya descampado, lo mismo lo hago. 14-2-2016