El ‘nuevo’ PP de León
No ha escogido Marcos Martínez el mejor camino para irse de la política. Empecinarse en no dimitir -o de hacerlo tarde y mal- de sus cargos tras la espectacular detención e ingreso en prisión no conduce a nada. Tales hechos exigen dar explicaciones, pedir perdón y renunciar inmediatamente a los cargos del partido que ha traicionado. Y no lo hizo. Es más, ha hecho todo lo contrario incluido el arremeter contra los propios compañeros del PP escudando su detención en una lucha por el poder en el PP de León. Y ése es un mal camino. El partido que le encumbró ha tenido que ‘tirarle por los suelos’ expulsándole primero y decidir presentar una moción de censura después para alejarle de la poltrona y del ‘palacio de sus sueños’. Lo lógico era haber renunciado a sus cargos antes de salir del Palacio de los Guzmanes para no hacer daño al partido y a la Diputación, defenderse de las acusaciones del juez y de la Fiscalía Anticorrupción y, si como dice, tiene razón volver por la puerta grande. De esta otra forma, nadie ha salido a defender a Marcos Martínez; ni siquiera apelando a la ‘presunción de inocencia’ a la que tanto estamos acostumbrados. Sólo los concejales del PP en el Ayuntamiento de Cuadros (salvo Elena Cabezas, funcionaria en el Ayuntamiento de León) no han querido ver la cruda realidad y, aunque no están acusados, también están fuera del PP por no seguir las órdenes del partido de suscribir una moción de censura para echar de la Alcaldía al apoltronado preso. Marcos, además de ser ‘el breve’, también pasará a la historia como ‘el empecinado’ por no dimitir de sus cargos con rapidez aduciendo que sería como reconocer los delitos de los que se le acusa. Pero emponzoñar más la vida política no conduce a nada bueno, sólo contribuye a hundir un poco más a un Partido Popular acosado por la corrupción y al que las encuestas ya sitúan como tercera fuerza política en España tras Podemos y PSOE.En apenas tres años el PP ha dilapidado un enorme caudal de votos que le llevó a presidir la mayoría de las autonomías, a dirigir las principales alcaldías y a lograr una espectacular mayoría absoluta en el Parlamento Español.Pero como pasó con el PSOE en su tiempo, tanto años en la poltrona y tanto poder en manos del mismo partido lleva inexorablemente a la corrupción. Las elecciones están a la vuelta de la esquina y no será bueno echarse en masa en brazos de un partido que, como todos, prometerá una cosa y hará otra. Y es que las mayorías absolutas sólo convierten a los partidos en apisonadoras políticas que muchas veces operan al margen de la legalidad porque se creen que la ‘ley soy yo’. Eso pasaba en el PP de León con Isabel Carrasco al mando y eso es lo que ahora se trata de evitar. El nombramiento de Ana Rosa Sopeña como nueva secretaria general es toda una declaración de intenciones. El bloque tantas veces machacado por Carrasco ocupa ahora su cuota de poder para enderezar un rumbo que se ha torcido en exceso. Una presidenta (del PP y de la Diputación) asesinada y un presidente (por poco sólo de la Diputación) en la cárcel es demasiado como para no reaccionar. Parecidas mimbres pueden hacer un cesto bien distinto. Ése es ahora el gran reto del ‘nuevo’ PP.
Publicado el 7 de noviembre de 2014 a las 09:30.