"El irlandés", un reencuentro con Scorsese
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He de reconocer que algunas de las entregas de X-Men dirigidas por Bryan Singer me llamaron la atención por su poderío visual. Pero de un tiempo a esta parte mi opinión sobre el cine de superhéroes es tan negativa como la que Scorsese y Coppola han manifestado en fechas recientes. Ahora bien, ello no quita para que el derrotero tomado en el otoño de sus filmografías por uno y otro me parezca igualmente desafortunado. En cuanto a Coppola, sólo la vehemencia de algunos de los admiradores de sus obras maestras incuestionables -Apocalpyse Now (1979), la trilogía de El Padrino (1972-1990), La ley de la calle (1983)- puede seguir reconociéndole en películas tan deslavazadas, inconsistentes y, en definitiva, dudosas como Tetro (2009) o Twixt (2011).
A decir verdad, esa pérdida de coherencia, atrevimiento y, lo que es peor: de calidad en el ocaso de su obra, es común a todo aquel nuevo Hollywood de los años 70, que seguimos con tanto entusiasmo en sus primeras producciones. El bueno de Steven Spielberg, con o sin las fanfarrias de John Williams, desde El diablo sobre ruedas (1971) me viene pareciendo un fumista de marca mayor. No me volveré a detener en la patada que tuvo a bien darle a Hergé, con el mismo atrevimiento que otrora arremetió contra James M. Barrie en Hook (el capitán Garfio) (1991) o H. G. Wells en la peor versión de La guerra de los mundos (2005).
Publicado el 19 de diciembre de 2019 a las 17:00.