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El insolidario

Los relatos más bellos del mundo (y XI)

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(viene de la entrada del cuatro de marzo de 2021)

            Está claro: el antólogo anónimo de Los relatos más bellos del mundo reservó los mejores para el capítulo final. Reunidos bajo el epígrafe de Llega el futuro, los textos allí copilados también habían podido estarlo bajo el título de Ciencia Ficción. De una u otra manera, resultan igualmente encomiables. A diferencia de los incluidos en las paginas precedentes, entre los que, empero la abundancia de lo bueno, no faltan piezas que no merecen semejante dignidad, estos últimos sí que puede que sean la mejor representación de la narrativa fantacientífica de finales de los años 60. Seguramente lo he apuntado ya, en alguno de los artículos anteriores que he dedicado a esta lectura, una de las más dilatadas de toda mi experiencia. No obstante, para los que no lo hayan leído, repetiré que el pie de imprenta de la selección está fechado en el Madrid de 1969.

            Un año antes, en el 68, el estreno de 2001: una odisea del espacio, de Stanley Kubrick, había marcado un antes y un después en la historia del género. Arthur C. Clarke, su guionista, ya era una de las grandes referencias tanto de la ciencia aplicada como de la ficción. Sus artículos sobre satélites artificiales en la órbita geoestacionaria le habían procurado la admiración de la comunidad científica internacional. Como autor de ciencia ficción también se había hecho notar. Especialmente en el ámbito de la llamada Hard, que no es otra que aquella que concede una especial relevancia a los aspectos técnicos, lo que la mantiene dentro de la plausibilidad. Ya entonces -como ahora- la hard sf tenía en 2001... uno de sus paradigmas.

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Publicado el 29 de julio de 2021 a las 03:00.

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Los relatos más bellos del mundo X

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(viene del asiento del trece de febrero de 2021)

A diferencia de El rojo emblema del valor (1896), que suelo llamar Medalla roja al valor atendiendo a la magnífica adaptación que John Huston estrenó en 1951 de la novela más célebre de Stephen Crane -que al parecer no está basada en las experiencias del autor, pues éste no formó parte de milicia alguna-, En el bote sí es un texto autobiográfico. Y es, además, tan vigoroso como -me figuro-, esperarían los lectores europeos que, a comienzos del amado siglo XX, acostumbrados a la gran novela social decimonónica, dieron cuenta de las primeras traducciones de Ambrose Bierce, Bret Harte, el propio Crane y algún otro narrador "genuinamente estadounidense", mucho más atentos a la acción que a la reflexión. Pero, ya digo, son todo conjeturas.

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Publicado el 4 de marzo de 2021 a las 23:45.

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Los relatos más bellos del mundo IX

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(viene del asiento del nueve de septiembre de 2020)

            Uno de los primeros recuerdos que guardo de mi madre es el de cierto día del año 66 que me llevó a la piscina del Parque Sindical, que se llamaba entonces. Fue una jornada feliz, como todas junto a ella, pero el baño es lo de menos. A lo que voy es a un momento del trayecto. Para llegar desde Campamento hasta la Carretera del Pardo, donde aún se encuentra este complejo -es el actual Parque Deportivo Puerta de Hierro-, había que recorrer un largo camino que acababa con un autobús -"la camioneta" la llamaban aún los veteranos más castizos-, que se cogía en Moncloa, a la entrada del Parque del Oeste. Lo que recuerdo es el primer transbordo que había que hacer entonces, al bajarse del suburbano y coger el metro propiamente dicho. Como casi todo en el 66, aquello también era distinto: uno y otro eran dos transportes diferentes.

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Publicado el 13 de febrero de 2021 a las 04:15.

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Los relatos más bellos del mundo VIII

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           (Viene del asiento del 6 de mayo de 2020)

           Perdí el poco sentido del humor que me quedaba cuando dejé de beber, hace ya diez años. Desde entonces, más o menos, soy como Fernando Fernán Gómez cuando se dirigían a él los reporteros de Caiga quien caiga, el popular espacio televisivo cuyo final coincidió con el de mi sed. Eso de que todo tenga que ir acompañado de una gracia me carga. Si acaso, la ironía, el sarcasmo y los trallazos que recibía impasible Buster Keaton y el resto de los grandes del slapstick. Pero la imitación, la burla, el chiste fácil, la guasa popular no van conmigo, que soy -y además me gusta serlo- un tipo sombrío, taciturno y apesadumbrado. Ante este panorama, comprenderá el lector que la literatura humorística no revista para mí interés alguno. Atesoró desde hace más de cuarenta años la edición de los cuentos de Poe en el Libro Amigo de Alianza Editorial. Es decir, la traducida por Julio Cortázar. El tomo primero, el de los cuentos de miedo, los cuentos de Poe por antonomasia, es uno de mis textos más queridos. El segundo, el de los cuentos de humor, una lectura que acometí con mucho esfuerzo por ser obra del maestro. De ser originales de cualquier otro autor, ni lo hubiera abierto.

            Con tales antecedentes, cuando, prosiguiendo con mi lectura de Los relatos más bellos del mundo, le llegó el turno a los reunidos bajo el epígrafe de Humor e infancia, todo fueron recelos. Sin embargo, como tantas veces con tantas cosas acometidas desde una visión premeditada, su lectura ha sido un grato descubrimiento. Como contaba mi admirado Jaime Gil de Biedma en la solapa de la segunda edición de Las personas del verbo (1982) que fue para él Sevilla, a la que había desdeñado frente a Manila en la solapa de Colección particular (1969). Resumiendo, esta del humor y la infancia, ha sido una de las selecciones que más me han gustado.

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Publicado el 9 de septiembre de 2020 a las 04:00.

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Los relatos más bellos del mundo VII

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(viene del asiento del 17 de feberero de 2020)

            Una prueba irrefutable de la grandeza de la obra de Guy de Maupassant es su universalidad. Esta última, a su vez, queda harto demostrada con la disparidad de cineastas que se suceden entre las doscientas cincuenta y ocho adaptaciones del escritor acreditadas. Entre la nómina de realizadores que le han llevado a la pantalla destacan algunos de los grandes maestros de la historia del cine: Jean-Luc Godard y Jean Renoir, Kenji Mizoguchi y Robert Wise, Max Ophüls y Luis Buñuel... Y tampoco cabe duda de que si hay una pieza favorita de los adaptadores de Maupassant, ésa -por encima incluso de Bel ami (1885)- es Bola de sebo (1880).

            La historia de Elizabeth Rousset, la cocotte que es digna de un respeto mucho mayor que los matrimonios "decentes", que la empujan a los brazos del oficial prusiano que la desea, es todo un alegato contra las pretendidas "buenas costumbres" de la "gente de provecho", que se les llamaba en mi infancia. Probablemente, Maupassant quiso arremeter contra esa burguesía del segundo imperio francés, que más o menos debió de huir tras la debacle de su ejército en la guerra franco-prusiana (1870-1871), con la misma prisa que parten de Ruan los compañeros de viaje de Elizabeth -Bola de sebo para sus amantes- con rumbo a El Havre. Son tantas las prisas con la que quieren dejar atrás la patria -en El Havre aguarda el barco al Reino Unido- que incluso se han olvidado de las viandas con las que matar el hambre cuando ésta empieza a agobiarles en la diligencia. Aunque las señoras no se dignan ni a mirar a Bola de sebo, nadie hace ascos a su comida -ni siquiera las monjas-, cuando ella les ofrece toda su provisión. Y bien puede decirse que hace honor a su apodo. De hecho, comen ocho personas a dos carrillos.

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Publicado el 6 de mayo de 2020 a las 00:15.

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Las relatos más bellos del mundo (VI)

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(Viene del asiento del 21 de septiembre de 2019)          

  Los textos reunidos bajo el epígrafe de Historias y leyendas del pasado son, esencialmente, consejas populares. De modo que tienen el mismo interés que puedan tener las apreciaciones meteorológicas de un pastor. Pero nada de ese saber antiguo, que, por ejemplo, ya han empezado a preservar los tratados de fotografía analógica que aún atesoro. Sólo por eso, este capítulo VI de Los relatos más bellos del mundo es el peor de todo el tocho. Bien es cierto que algunas de las leyendas populares han sido recogidas por grandes autores: son las únicas que merecen la pena entre la ramplonería de sus pares.

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Publicado el 17 de febrero de 2020 a las 12:00.

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Los relatos más bellos del mundo (V)

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(viene de la entrada de 23 de abril de 2019)

 

            Publicado por primera vez en 1930, acaso sea Una rosa para Emily el relato más conocido de William Faulkner, y acaso también sea un cuento de miedo. De hecho, es el que abre el capítulo dedicado al terror y al suspense de Los relatos más bellos del mundo. Particularmente me parece más acertada la elección de Augusto Monterroso y Bárbara Jacobs, quienes lo incluyeron en su célebre Antología del cuento triste (1990). Su asunto -que a grandes rasgos puede resumirse en una mujer que ha convivido durante cuarenta años con el cadáver de el único pretendiente que le conocieron sus paisanos- da para cualquiera de las dos elecciones. Hasta cierto punto, en eso de encontrarse en la linde que separa el miedo de la tristeza, Una rosa para Emily coincide con Un extraño suceso en la vida Schalken el pintor, el predilecto de entre mis terrores favoritos (1).

            Antes de descubrírsenos el cadáver de Homer Barron -el capataz yanqui que arribó a la población "con mulas y negros" para pavimentar las calles y acabó convirtiéndose en el pretendiente de Emily Grierson- la historia se nos comienza a contar con un flashback que se abre en el entierro de nuestra protagonista, una mujer que ha envejecido sola, hasta convertirse en uno de esos "monumentos derribados" prototípicos en Faulkner.

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Publicado el 21 de septiembre de 2019 a las 17:45.

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Los relatos más bellos del mundo (IV)

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          (Viene de la entrada del 19 de enero de 2019)  

           Debo confesar que, hasta la fecha, mi conocimiento de William Somerset Maugham, uno de los autores británicos más leídos en la primera mitad del amado siglo XX, se limitaba a Servidumbre humana (1915), novela en dos tomos incluida en una colección de obras maestras de la literatura de la centuria pasada. Aunque dichos títulos han sido uno de los pilares de mi experiencia como lector, descubriéndome a decenas de escritores, lo cierto es que mi idea de Somerset Maugham estaba bastante desdibujada. La lectura de Lluvia, su pieza incluida en Los relatos más bellos del mundo -el primero de los reunidos bajo el epígrafe de Tierras exóticas- ha sido tan halagüeña que aplaudo sin paliativos el talento de su autor.

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Publicado el 23 de abril de 2019 a las 19:45.

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Los relatos más bellos del mundo (III)

Archivado en: Cuaderno de lecturas, Los relatos más bellos del mundo

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(viene del asiento anterior)

            Hoichi el desorejado, el primero de los textos reunidos bajo el epígrafe dedicado a la fantasía, me descubre a su autor, Lafcadio Hearn, un griego de padre irlandés que acabó nacionalizándose japonés, adoptando el nombre de Yakumo Koizumi. En Wikipedia se dice que fue quien dio a conocer la cultura japonesa en Occidente. Aunque quizás sea mucho decir, el orientalismo de Hearn está por encima de toda duda. Es más, como recuerda el anónimo compilador de estos relatos más bellos del mundo, Hoichi el desorejado es uno de los cuatro cuentos de este singular autor llevados a la pantalla en 1964 por Masaki Kobayashi en El más allá, una de las más celebradas cintas de fantasmas japonesas. Lo que es todo un elogio considerando que el cine de fantasmas japonés destaca entre el mejor cine de terror del mundo.

            Estamos ante un cuento de miedo en verdad brillante. Tras referirnos la última batalla librada entre los heikés y los jenjís, un combate naval en el que perdieron la vida todos los heikés, sus almas han estado vagando durante siete siglos en la costa del lugar, Shimonoseki. Se dice que los cangrejos que allí moran, en su caparazón, dibujan los rostros de los finados. Para aplacarles, se levantó allí un templo budista.

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Publicado el 19 de enero de 2019 a las 16:00.

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Los relatos más bellos del mundo (II)

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            (viene del asiento del 14 de diciembre de 2018)

          A los compiladores de Los relatos más bellos del mundo, supongo que algún responsable anónimo de Selecciones del Reader’s Digest aunque su nombre no figura ni por el forro, debió parecerles obligado que la primera de las piezas reunidas bajo el segundo epígrafe -Investigación y delincuencia- estuviese protagonizada por Sherlock Holmes. Pero me parece excesivo que el detective consultor -como tal se nos presenta en Estudio en escarlata, su primera entrega- comience con sus deducciones desde las primeras líneas, apenas irrumpe en casa de Watson cuando el doctor ya da cuenta de la última pipa luego de una larga jornada de trabajo.

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Publicado el 10 de enero de 2019 a las 05:15.

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Javier Memba

Javier Memba

            Periodista con más de cuarenta años de experiencia –su primer texto apareció en la revista Ozono en 1978-, Javier Memba (Madrid, 1959) fue colaborador habitual del diario EL MUNDO entre junio de 1990 y febrero de 2020. Actualmente lo es en Zenda Libros. Estudioso del cine antiguo, en todos los medios donde ha publicado sus cientos de piezas ha demostrado un decidido interés por cuanto concierne a la gran pantalla. Puede y debe decirse que el setenta por ciento de su actividad literaria viene a dar cuenta de su actividad cinéfila. Ha dado a la estampa La nouvelle vague (2003 y 2009), El cine de terror de la Universal (2004 y 2006), La década de oro de la ciencia-ficción (2005) –edición corregida y aumentada tres años después en La edad de oro de la ciencia ficción-, La serie B (2006), La Hammer (2007) e Historia del cine universal (2008).

 

            Asimismo ha sido guionista de cine, radio y televisión. Como novelista se dio a conocer en títulos como Homenaje a Kid Valencia (1989), Disciplina (1991) o Good-bye, señorita Julia (1993) y ha reunido algunos de sus artículos en Mi adorada Nicole y otras perversiones (2007). Vinilos rock español (2009) fue una evocación nostálgica del rock y de quienes le amaron en España mientras éste se grabó en vinilo. Cuanto sabemos de Bosco Rincón (2010) supuso su regreso a la narrativa tras quince años de ausencia. La nueva era del cine de ciencia-ficción (2011), junto a La edad de oro de la ciencia-ficción, constituye una historia completa del género, aunque ambos textos son de lectura independiente. No halagaron opiniones (2014) fue un recorrido por la literatura maldita, heterodoxa y alucinada. Por su parte, David Lynch, el onirismo de la modernidad (2017), fue un estudio de la filmografía de este cineasta. El cine negro español (2020) es su última publicación hasta la fecha.  

 


 

          

 

Miniatura no disponible

 

Javier Memba en 2009

 

Javier Memba en 1988

 

Javier Memba en 1987

 

1996

 

 

Javier Memba en la librería Shakespeare & Co. de París

 

 

 

 

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Enlaces

-La linterna mágica

-Unas palabras sobre Vida en sombras

-Unas palabras sobre La torre de los siete jorobados

-50 años de la Nouvelle Vague en Días de cine

-David Lynch, el onirismo de la modernidad en Radio 3

-Unas palabras sobre Casablanca en Telemadrid

-Unas palabras sobre Tintín en Cuatro TV

 

 

ALGUNOS ARTÍCULOS:

Malditos, heterodoxos y alucinados de la gran pantalla

Nuevos momentos estelares de la humanidad

Chicas yeyés

Chicas de ayer

Prólogo al nº 4 de la revista "Flamme" de la Universidad de Limoges

Destinos literarios

Sobre La naranja mecánica

Mi tributo al gran Chris Marker

El otro Borau

Bohemia del 89

Unos apuntes sobre las distopías

Elogio de Richard Matheson

En memoria de Bernadette Lafont

Homenaje al gran Jean-Pierre Melville

Los amores de Édith

Unos apuntes sobre La reina Margot

Tributo a Yasujiro Ozu con motivo del 50 aniversario de su fallecimiento

Muere Henry Miller

Unos apuntes sobre dos cintas actuales

Las legendarias chicas de los Stones

Unos apuntes sobre el "peplum"

El cine soviético del deshielo

El operador que nos devolvió el blanco y negro

Más real que Homeland

El cine de la Gran Guerra

Del porno a la pantalla comercial

Formentera cinema

Edward Hopper en estado puro

El cine de terror de los años 70

Mi tributo a Lauren Bacall

Mi tributo a Jean Renoir

Una entrevista a Lee Child

Una entrevista a William McLivanney 

Novelistas japonesas

Treinta años de Malevaje

Las grandes rediciones del cómic franco-belga

El estigma de La campana del infierno

Una reedición de Dalton Trumbo

75 años de un canto a la esperanza

Un siglo de El nacimiento de una nación

60 años de Semilla de maldad

Sobre las adaptaciones de Vicente Aranda

Regreso al futuro, treinta años después 

La otra cabeza de Murnau

Un tributo a las actrices de mi adolescencia

Cineastas españoles en Francia

El primer surrealista

La traba como materia literaria

La ilustración infantil de los años 70

Una exposición sobre la UFA

La musa de John Ford

Los icebergs de Jorge Fin

Un recorrido por los cineastas/novelistas -y viceversa-

Ettore Scola

Mi tributo a Jacques Rivette

Una película a la altura de la novela en que se basa

Mi tributo a James Cagney en el trigésimo aniversario de su fallecimiento

Recordando a Audrey Hepburn

El rey de los mamporros

Una guía clásica de la ciencia ficción

Musas de grandes canciones

Memorias de la España del tebeo

70 años de la revista Tintín

Ediciones JC regresa a sus orígenes

Seis claves para entender a Hergé

La chica del "Drácula" español

La primera princesa de la lejana galaxia

El primer Tintín coloreado

Paloma Chamorro: el fin de "La edad de oro"

Una entrevista a la fotógrafa Vanessa Winship

Una recuperación del Instituto Murnau

Heroínas de la revolución sexual

Muere George A. Romero

Un mito del cine francés

Semblanza de Basilio Martín Patino

Malevaje en la Gran Vía

Entrevista a Benjamin Black

Un circunloquio sobre la provocación

Una nueva aventura de Yeruldelgger

Una dama del crimen se despide

Recordando a Peggy Cummins

Un tributo a las yeyés francesas

La última reina del Technicolor

Recordando a John Gavin

Las referencias de La forma del agua

El Madrid de 1988

La nueva ola checa

Un apunte sobre Nelson Pereira dos Santos

Una simbiosis perfecta

Un maestro del neorrealismo tardío

El inovidable Yellowstone Kelly

Que Dios bendiga a John Ford

Muere Darío Villalba

Los recuerdos sentimentales de Enrique Herreros

Mi tributo a Harlan Ellison

La inglesa que presidió el cine español

La última rubia de Hitchcock

Unos apuntes sobre Neil Simon

Recordando Musicolandia

Una novelista italiana

Recordando a Scott Wilson

Cämilla Lackberg inaugura Getafe Negro

Una conversación entre Läckberg y Silva

El guionista de Dos hombres y un destino

Noir español y hermoso

Noir italiano

Mi tributo al gran Nicholas Roeg

De la Escuela de Barcelona al fantaterror patrio

Recordando a Rosenda Monteros

Unas palabras sobre Andrés Sorel

Farewell to Julia Adams

Corto Maltés vuelve a los quioscos

Un editor veterano

Una entrevista a Wendy Guerra

Continúa el misterio de Leonardo

Los cantos de Maldoror

Un encuentro con Clara Sánchez

Recuerdos de la Feria del Libro

Viajes a la Luna en la ficción

Los pecados de Los cinco

La última copa de Jack Kerouac

Astérix cumple 60 años

Getafe Negro 2019

Un actriz entrañable

Ochenta años de "El sueño eterno"

Sam Spade cumple 90 años

Un western en la España vaciada

Romy Schneider: el triste destino de Sissi

La nínfula maldita

Jean Vigo: el Rimbaud del cine francés

El último vuelo de Lois Lane

Claudio Guerin Hill

Dennis Hopper: El alucinado del Hollywood finisecular

Jean Seberg: la difamada por el FBI

Wener Herzog y la cólera de Dios

Gordad, el gran maese de la heterodoxia cinematográfica

Frances Farmer, la esquizofrénica que halló un inquietante sosiego

El hombre al que gustaba odiar

El gran amor de John Wayne

Iván Zulueta, arrebatado por una imagen efímera

Agnès Varda, entre el feminismo y la memoria

La reina olvidada del noir de los 40

Judy Garland al final del camino de adoquines amarillos

Jonas Mekas, el catalizador del cine independiente estadounidense

El gran Edgar G. Ulmer

La última flapper; la primera it girl

El estigmatizado por Stalin

La controvertida Egeria del Führer

El gran Tod Browning

Una chica de ayer

El niño que perdió su tren eléctrico

La primera chica de Éric Rohmer

El último cadáver bonito

La exnovia de James Dean que no quiso cumplir 40 años

Don Luis Buñuel, "ateo gracias a Dios"

La estrella cuyo fulgor se extinguió en sus depresiones

El gran cara de palo

Sylvia Kristel más allá de Emmanuelle

Roscoe Arbuckle, cuando se acabaron las risas

Laura Antonelli, la reina del softcore que perdió la razón

Nicholas Ray, que nunca volvió a casa

El vuelo más bajo de la princesa Leia Organa

Eloy de la Iglesia y el cine quinqui

Entiérralo con sus botas, su cartuchera y su revólver

La chica sin suerte

Bela Lugosi y la sombría majestuosidad de Drácula

La estrella de triste suerte

La desmesura de Jacques Rivette

Françoise Dorléac

Klaus el loco

Una hippie de los 70

Jean Esustache, entre la Nouvelle Vague y el ascetismo

Nadiuska, un juguete roto

Thea von Harbou

Jesús Franco

David Cronenberg

Sharon Tate, como en un cuento de Sheridan Le Fanu

Un guionista sediento

La reina del fantaterror patrio

Dalton Trumbo y los diez de Hollywood

La primera chica que arrojó una tarta 

El desdichado Hércules contemporáneo

En la tradición familiar

El músico del realismo poético

Otro tributo a la gran Patty Shepard

Elmer Modlin y su extraña familia

Las coproducciones internacionales rodadas en España

Marilyn Monrore y su desesperado último gesto

Un amor más poderosos que la vida

El actor atrapado en sus personajes

Entre el fantasma de su madre y el final del musical

Barbet Schroeder

Amparo Muñoz

Samuel Bronston más alla de Las Rozas

Chantal Akerman

Françoise Hardy 

Un antiguo dogmático

Jane Birkin

Anna Karina, su turbulento amor y el Madison

Sandie Shaw, ya con calzado

El gran Serge Gainsbourg

Entre la niña prodigio y la mujer concienciada

La intérprete de Shakespeare que inspiró a The Rolling Stones

La maleta del capitán Wajda

Val Lewton y su dramatización de la psicología del miedo

La alimaña de Whitechapel

Cristina Galbó

La caravana Donner

Eddie Constantine

Un nuevo curso del tiempo

Rosenda Monteros

Una criatura de la noche

Una carta a Nicolás I

Edison y el 35 mm

Barbara Steele

El felón Esquieu de Floyran acaba con los templarios

Entre Lovecraft y Hitchcock

Tchang Tchong Yen recuerda a Hergé

La musa del ciberpunk

Néstor Majnó

Una leyenda del Madrid finisecular

El rey de la serie B

La primera cosmonauta soviética

Cuando la injuria sucede a la fatalidad

Bajo Ulloa y sus cuentos crueles

La cicerone de los Stones en el infierno 

Nace Toulouse-Lautrec

El París del Charlestón se rinde a Josephine Baker

Nastassja Kinski, la dulce hija del ogro

Un tributo a Sam Peckinpah

La leyenda del London Calling

Fiódor Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento

Mi alucinada favorita

El hombre de las mil caras

El 7º de Caballería pierde la gloria

Un recuerdo de Silke

El genocidio camboyano

Peter Bogdanovich

Guy Debord y la sociedad del espectáculo

Un héroe de Iwo Jima 

Lupe Vélez tras el último tequila sunrise

El general Lee

Roman Polanski

Un hampón italoamericano

Jane Fonda en su juventud

Kraken en la Cuesta de Moyano

Josef von Sternberg

The Beatles en The Carvern y en el show de Ed Sullivan

Que la tierra le sea leve a Douglas Trumbull

El último superviviente del hampa de Chicago

Inma de Santis

El Álamo

Una musa insumisa

El malvado Zaroff y un elogio a las revistas pulp

Miles Davis

Un polaco y el amour fou

La Legión extranjera como género literario

Conchita Montenegro

Peter Lorre y su cara de villano

El juez de la horca

Syd Barrett

Kathleen Turner

Una caricatura de la hombría

Eric Clapton

Helga Liné

Butch Cassidy

Carlos Arévalo, un cineasta español

Nace el último bohemio

Pascual García Arano

María Perschy

El Combray de Ingmar Bergman

Carlos Castaneda

Una canción de Neil Young

Un suicida dandi

Hedy Lamarr

Philip K. Dick y sus realidades bastardas

La última mujer fatal

Andréi Tarkovski, otro maldito por la censura soviética

Nace la música de la New Age

"Wie einst" Lili Marleen

Una lectura de Byron en Villa Diodati

Un apostol de la sedición juvenil

Ava en mi ciudad

Rider Haggard

Una entrada para la "Historia universal de la infamia"

La Marguerite Duras cineasta

Gallardo y calavera

El hombre que vendió su alma a Elizabeth Taylor

El crímen de Charlotte Corday

Un elogio entusiasta de la urbe

Un ángel caído

Mary Bradbury teme por su vida

Pierre Étaix y su triste gracia

El mejor verano de los Rolling

María Rosa Salgado y su conmovedora discrección

La valentía de Ramón Acín

Sylvie Vartan

La cruz de Malta de Wim Wenders

La epifanía de Louis Daguerre

Carroll Baker

Marie Laforêt y mi amigo Eloy

Eliseo Reclus atisba su quimera

Patty Pravo

Richard Pryor contra sí mismo

Miroslava, una actriz marcada por la fatalidad

France Gall y el doble sentido

Robert Bresson y el cine puro

La gesta de Alekséi Stajánov

Nace el Rimbaud del Rock & Roll seminal

Dominique Dunne, una filmografía que se quedó en el aire

Un actor vampirizado por un personaje

Tolkien publica El Hobbit

La segunda musa de Godard

John Dos Passos entra en la eternidad

Alain Resnais, el cine de la memoria

Una musa del filme noir

El cadáver de Nancy Spungen en el Chelsea Hotel

La historia de Bobby Driscoll

Un icono del feminismo

Recordando a Tina Aumont

Colgaron a Gilles de Rais

Dario Argento

Nico en el cine

Dylan Thomas en su último trance

Brigitte Helm

Un punkie en la Disney 

Nace Billy el Niño

The Wall

Tennessee Williams

Vivien Leigh

Kazuo Sakamaki salva la vida en Pearl Harbor

El proscrito de la Escuela de Barcelona 

47 hombres de honor

Charlotte Rampling

La incomunicabilità del gran MIchelangelo Antonioni

F. Scott Fitzgerald

Un pilar del cómic estadounidense

Juliet Berto

Erik, el fantasma de la Ópera

Una comedia francesa

Un pesimista alegre

Una mirada indolente a la derrota 

Sender en Casas Viejas

Kipling en su último momento

Los hermanos Marx

Puente sobre aguas turbulentas

Anouk Aimée

Mary Shelley

Quentin Tarantino

Neal Cassady 

Natalie Wood

La heterodoxia de Ermanno Olmi

Fu-Manchú

Stefan Zweig pone fin a sus días

 

 

 

 

 

 

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