Las ciudades oscuras: un universo en ciernes
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Partiendo de la base de que solo me intereso por los discípulos de Hergé, que es como decir la Escuela de Bruselas, debo reconocer que no soy un buen lector de bande dessinée: de entrada, rechazo todo lo ajeno al canon bruselense, la Línea clara pura.
El resto, en principio, no me interesa. A excepción de ciertos álbumes de la escuela de Marcinelle -el Spirou de Franquin, el Gil Pupila de Tillieux- que atesoro de antiguo y también forman parte de mi mitología personal. Ni los Humanoides Asociados -Alejandro Jodorowsky, Jean Giraud, Enki Bilal…- acabaron de gustarme. La lectura de El Incal (1980-1988) se me hizo sumamente pesada. Me di a ella por el prestigio del que gozan las aventuras de John Difool entre los aficionados con menos prejuicios que yo y porque en aquel momento estaba disponible en una de las bibliotecas donde me prestan los cómics. El presupuesto y el espacio de que dispongo ya solo me da para adquirir e incorporar a mi tesoro a los discípulos del Maestro. Estoy muy mayor para las novedades y tiendo a los herederos de los historietistas de mi infancia, que coincidió con una década prodigiosa del cómic en general y la bande dessinée en particular: los años 60.
Publicado el 17 de junio de 2023 a las 05:30.