Una nueva aventura de Blake y Mortimer
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Muy a menudo, escribiendo esta bitácora, tengo la sensación de ser un náufrago lanzando mensajes en una botella. Y sin embargo, aunque dicho así pueda parecer que estos textos son fruto de la desesperanza, lo cierto es que obedecen a todo lo contrario. Escribir, aunque se haga en la más sórdida mazmorra o perdido y olvidado en la más recóndita de las islas deshabitadas -si es que aún queda alguna-, siempre es un acto de esperanza: la de que el texto en cuestión merecerá la lectura de un desconocido. De hecho, como vienen a dar cuenta varios comentarios a este blog, algunos de los mensajes lanzados en mi botella lo han encontrado al otro lado del océano.
Así las cosas -ya entrando en la lectura que hoy me ocupa- para quienes en su momento se quedaran con la copla, hace algunos días, en el post dedicado al Tintín de Spielberg, apunté que Blake y Mortimer, la serie original del gran Edgar P. Jacobs, se ha convertido en una suerte de campo de pruebas de los grandes dibujantes. Leídos los dos álbumes de La maldición de los treinta denarios, la última aventura de los personajes que junto a Tintín y Alix presiden la plana mayor de la Línea Clara del Noveno Arte, puntualizo aquella afirmación.
Publicado el 20 de noviembre de 2011 a las 23:45.