Que la tierra le sea leve a Norman Jewison
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Hubo un par de cintas de Norman Jewison que admiré en la cartelera de los años 60: ¡Qué vienen los rusos! (1966) y El caso de Thomas Crown (1967). La primera era una comedia sobre un submarino soviético que encalla en la costa de Nueva Inglaterra. Me llevó a verla mi madre al cine Albéniz, en los aledaños de la Puerta del Sol. Casi sesenta años después, llegado el momento de acusar el óbito del cineasta, aún recuerdo aquella sesión como una de las proyecciones en las que más nos reímos.
El segundo de los títulos del finado, que tengo en la más alta estima, es El caso de Thomas Crown (1967). Aun siendo para mayores de dieciocho años, pude verla en el cine España de Campamento, mi barrio. No confundirlo con otro, del mismo nombre, que había al principio de General Ricardos, casi en Usera. En el de Campamento, como me conocían, aunque las películas no fueran toleradas, me dejaban entrar. De El caso de Thomas Crown recuerdo que atesoré el programa de mano original hasta que, a falta de dinero para no sé qué, lo vendí junto al resto de mi colección.
Publicado el 23 de enero de 2024 a las 06:00.