Un recuerdo del Thick as a Brick
Archivado en: Miscelánea, Jethro Tull, Rock
En la actualidad, mi banda sonora -por así llamar a la música que me acompaña en la actividad diaria que no requiere concentración- es jazz moderno. Es decir, jazz de los años 50 del amado siglo XX, que no contemporáneo. De la contemporaneidad sólo me interesan las nuevas tecnologías. Puesto a escuchar música, voy del bop de Nueva York al cool de San Francisco. Así, en esa suerte de viaje que me lleva desde la costa este a la oeste, encuentro ese confort y ese relax que ahora pido a la música.
La exaltación, la euforia y la subversión que buscaba en el rock sólo son un recuerdo. El rock en su concepción más amplia, desde el rock & roll seminal de Gene Vicent hasta el punk militante de The Clash, desde el rock sinfónico de King Crimson a la psicodelia de los primeros Pink Floyd, es un recuerdo: memoria de una forma de vida a la que me di, un culto que profesé con devoción durante cuarenta años... Algo muy arraigado en lo más íntimo de mi ser, algo de lo que carece por completo el jazz que escucho ahora, nada más que un transporte para el relax, un confortable vuelo de costa a costa.
Publicado el 22 de diciembre de 2018 a las 12:15.