Anna Karina sigue bailando el Madison
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Parece ser que el gran Truffaut fue el responsable de que Claudine Huzé cambiase su nombre por ese de Marie Dubois con el que protagonizó para él Tirad sobre el pianista (1960). Una mujer es una mujer (1961), de Jean-Luc Godard, y Jules y Jim (1962), una nueva colaboración con Truffaut, se sucedieron en los comienzos de su filmografía. Unos años antes, aunque no figura en los créditos, la entonces incipiente actriz ya había participado en Le signe du lion (1959), el primer largometraje de Eric Rohmer. En las innumerables ocasiones que he visto y revisado estas tres películas, he llegado a la conclusión de que la de Marie fue una de las sonrisas más luminosas de la Nouvelle Vague. Hace algunas semanas, tras la noticia de su fallecimiento, tuve oportunidad de ver algunas de sus últimas fotografías y comprobé, con la misma nostalgia que verificó como se desintegra cuanto de una u otra manera constituyó mi mitología, que en el otoño de esta actriz, como en el del común de los mortales, su gracia se había eclipsado. Pero había algo más que el desmoronamiento de aquella sonrisa.
Publicado el 5 de diciembre de 2014 a las 01:15.