Que la tierra le sea leve a Vangelis
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La innovación de la música en la pantalla, a la entrada de los años 80, viene marcada por el griego Vangelis. Aunque Evangelos Odyssey Papathanassiou, tal es su verdadero nombre, procedía del mundo del pop -fue el creador de los primeros ejemplos de esta música en Grecia- no cayó, en ningún momento de sus creaciones, en esas canciones facilonas, que a la larga acabaron siendo tan perniciosas diez años antes. Por poner un ejemplo, quiero recordar Raindrops Keep Falling On My Head del gran Burt Bacharah, en la voz de B.J. Thomas. Todo un clásico del lounge, del easy lisening y de la banda sonora de nuestras vidas. Ahora bien, en medio del score de Dos hombres y un destino (George Roy Hill, 1969), que fue la respuesta de Hollywood al spaghetti western ni más ni menos, la secuencia de la bicicleta, detiene la narración para llevarnos a uno de aquellos spots publicitarios de apariencia informal, muy al gusto de la época pero que marca un paréntesis gratuito en el principio del fin de Butch Cassidy y Sundance Kid.
Pues bien, uno de los grandes méritos de Vangelis fue hacer composiciones tan al gusto del público como las canciones de la pantalla de los años 70, pero supeditadas a la imagen, que siempre es lo que ha de marcar la pauta en el cine.
Publicado el 20 de mayo de 2022 a las 04:00.